Entrevista a Claudio Naranjo
Entrevista con Claudio Naranjo. "La sociedad necesita cambiar y no sabe cómo hacerlo"
- Entrevista: Mario Martínez -
Se le considera un pionero de la psicología transpersonal y un integrador entre psicoterapia y espiritualidad. Además, se ha convertido en un referente mundial de la terapia Gestalt y de la psicología de los eneatipos humanos. Pero a sus 82 años, la mente brillante de Claudio Naranjo tiene un solo asunto que le quita el sueño: conseguir que el mundo comprenda que sólo habrá cambios profundos en la sociedad si se produce un cambio de paradigma en la educación.
Claudio Naranjo se me presenta como un personaje inabarcable, impredecible. Al momento de documentarme para hacer esta entrevista le encuentro abordando la mente y el espíritu humano desde tanta altura y al mismo tiempo con tanta profundidad y detalle, que se vuelve complejo decidir qué preguntarle sin caer en la obviedad, y sin dejar muchas preguntas afuera. De pronto le veo apaciblemente tocando Bach en el piano de su casa, o analizando la espiritualidad del mensaje de la música, desde Beethoven a los chamanes. Y entonces, este sabio de barba blanca, de palabra aguda y pausada, se vuelve simple, se vuelve luz. Y abre, sin quererlo, alguna grieta por donde mirar la complejidad de experiencias y emociones que guarda en su palabra.
Mario: ¿Por qué los psicoanalistas nunca mencionan a Dios en su orientación terapéutica?
Claudio Naranjo: Por su adherencia dogmática al cientificismo de hace 200 años.
M.: ¿Y entonces qué proceso ocurre en usted para abrirse a la espiritualidad, proviniendo de un mundo escéptico como es el científico?
C.N.: Mi interés por la espiritualidad comenzó a los once años de edad, cuando alguien me regaló un libro de Vivekananda, y aunque pueda decirse que en aquel tiempo ya se vivía en una sociedad secular, no puedo decir que hubiese yo incorporado un ateísmo dogmático a mi manera de ver las cosas.
M.: ¿Cómo ilustraría su paso del psicoanálisis a la Gestalt?
C.M.: Para mí el psicoanálisis resultó manifiestamente insuficiente, de modo que estaba abierto a una terapia alternativa. Cuando conocí a Fritz Pearls, a mediados de los sesentas, no sólo me encontré con un ser extraordinario, sino con un genio terapéutico cuyo trabajo y resultados terapéuticos no tenían precedentes, y simplemente me sentí ayudado por primer vez…
M.: Sabemos que lo ha explicado usted varias veces, pero permítame preguntarlo para nuestra revista: ¿Por qué funciona la Gestalt?
C.M.: Por una parte, funciona la Gestalt por su concentración en las experiencias del paciente y no en sus pensamientos; por otra parte, intensifica el proceso terapéutico el uso de la dramatización; principalmente sin embargo, depende la efectividad de la Gestalt de la capacidad intuitiva del terapeuta, que puede ser considerable o no, y en tal caso la Gestalt no es necesariamente más efectiva que el psicoanálisis.
M.: ¿Cuándo percibió que la meditación sería un elemento fundamental en su búsqueda de transformación personal?
C.N.: Hacia fines de la década de los sesenta, cuando recibí instrucciones de Suzuki Roshi en California, pero más aún cuando comencé a recibir las enseñanzas del Lama tibetano Tarthang Turku en 1971.
M.: ¿Y de qué manera la incorpora a su trabajo terapéutico?
C.N.: Comencé a hacerlo en mis talleres en el Instituto Esalen a fines de los 60´s, tanto como un complemento a la terapia como en forma de un componente de ejercicios psicoespirituales en parejas y pequeños grupos.
M.: Haciendo referencia al Eneagrama, ha dicho usted que hay culturas que valoran un tipo especial de personalidad. ¿Cuál sería el eneatipo de la cultura española?
C.M.: Diría hoy que mi observación acerca de los eneatipos modales en distintas sociedades se aplica más a regiones que a naciones enteras. Sin embargo, diría que entre las mujeres el eneatipo predominante en España sería la envidia o el carácter envidioso; entre los hombres tal vez la gula, con su tendencia indulgente y conversadora.
M.: Frente al dilema espiritual que nos plantea la sociedad patriarcal en que vivimos, ¿qué tipo –o combinación de tipos- cree usted que nos podría conducir a una salida de esta crisis de valores?
C.M.: En referencia a la superación de la sociedad patriarcal, tal vez puedan contribuir un poco más personas de ciertos eneatipos, como el orgullo o la lujuria por su carácter más instintivo que intelectual. Pero aún los eneatipos menos patriarcales pueden ser reclutados al servicio de la sociedad patriarcal, por lo que principalmente me parece que la clave está en el proceso de transformación de la mente individual, en una mayor atención a la solidaridad y al cuidado, y al espíritu libertario, mayor transformación de la mente individual a través de una nueva forma de educación.
M.: Creo entender que la Gestalt, la música, la meditación, los eneatipos, conforman la raíz del programa SAT. ¿Esto es así? En todo caso, ¿de qué manera funcionan estos y otros elementos en beneficio del programa?
C.M.: Efectivamente, están presentes en el programa SAT la Gestalt, los eneatipos, la música y la meditación, pero también son muy importantes en éste el teatro terapéutico, el cultivo de la entrega a través del movimiento espontáneo, el proceso de reparentalización y la regresión a estados prenatales, además de un taller de terapias mutuas en un contexto teórico novedoso y supervisado. Tales elementos son en realidad la expresión superficial de un programa más bien implícito que apunta hacia el desarrollo de "siete competencias existenciales": el amor al prójimo, la descriminalización del placer, el amor devocional, el desapego, la consciencia del aquí y ahora, la comprensión de sí y la comprensión de la esencia de la propia mente. Pienso que tales competencias constituyen dimensiones intrínsecas al desarrollo humano y que es la originalidad del programa SAT buscar su desarrollo simultáneo.
M.: ¿Cuál es el aporte del programa SAT al proceso de revolución educativa del que usted tanto nos habla?
C.M.: Si la educación se propusiese reincorporar a su propósito la formación del ser humano, tal agenda o tal intención haría necesaria una formación de los futuros docentes muy diferente a la actual, y no conozco medio más efectivo para ello que aquel de suplementar la actual formación de formadores con este programa tan breve, eficiente y económico.
M.: ¿Es posible una transformación del paradigma de la sociedad patriarcal sin una transformación en los sistemas educativos?
C.M.: Difícilmente posible ya que los métodos terapéuticos y espirituales sólo pueden llegar a minorías y en todo caso no están específicamente orientados a la superación de la mente patriarcal.
M.: ¿Entonces, cuáles son los elementos de cambio que usted propone para que esta “revolución en la educación” no se quede en una utopía?
C.M.: Será posible el cambio de la educación a través de una voluntad política de los gobiernos, de que lo pida la comunidad o de una iniciativa revolucionaria por parte de los educadores mismos. Por último, podría ser que los detentores del poder económico lleguen a comprender que de tal transformación dependerá un cambio de consciencia necesario a nuestra supervivencia colectiva. Tal vez está última sea la más promisoria, ya que una revolución educativa garantiza a las empresas contar con individuos con capacidades y competencias que los destacarían en innovación, creatividad y desarrollo.
M.: ¿Y podría ser la Fundación Claudio Naranjo un modelo a seguir para el resto de los países del mundo, siendo –como parece- que las instituciones oficiales no contemplan la idea de cambios profundos en la educación?
C.M.: Es verdad que las grandes organizaciones (ONU, FMI, BM, WEF, OCDE, etc.) no han dado prioridad al cambio de la educación. Pero puede ser que no por no contemplarlo sino que más bien por no saber cómo, es decir, por no tener una clara visión acerca de la naturaleza del cambio necesario. Por ello, es mi esperanza que la visión del cambio educacional que he expuesto a través de mis libros y conferencias -y que cristalizan de cierto modo la fundación- puedan finalmente inspirar a los ministerios de educación y otras instituciones, que tarde o temprano deberán solucionar la crisis universal de nuestro modelo educativo.
Mario Martínez
Es Periodista y Redactor de VerdeMente
Teraperuta de Yoga Tailandés de el Centro Mandala de Madrid