La caligrafía japonesa (Shodo書道): un eterno camino de práctica
- Categoría: LUCIANA RAGO
En la escritura china -y posteriormente en la japonesa- encontramos un importante kanji que reúne los movimientos básicos para iniciarse en el arte de la escritura: Ei 永, que significa "Eternidad" o "Eterno". Según el diccionario enciclopédico, en su etimología, podemos reconocer un largo río en el que convergen diferentes afluentes, representando así también el significado de extenso. Este kanji, está compuesto por cinco trazos, los que contienen a su vez ocho movimientos básicos del pincel. Las múltiples combinaciones posibles de estos movimientos constituyen los treinta y siete tipos de trazos del estilo Kaisho (楷書), que se requieren dominar para avanzar en el aprendizaje del Shodo.
Según algunos historiadores, esta sistematización fue realizada por el calígrafo y monje budista ZhiYong (Dinastía Sui 581 – 618), quien luego de experimentar durante varios años, elaboró el estudio conocido como “Los ocho principios de Yong” (Yong significa eternidad en chino) o “Las ocho leyes del carácter 永”. El estilo kaisho es el estilo estándar de escritura, en el que los diferentes kanji se presentan estructurados sobre la base de una retícula ortogonal de seis o nueve partes iguales, y se rige por reglas muy estrictas de escritura. Al respecto cabe recordar que en el estudio de la caligrafía japonesa pueden reconocerse, además del kaisho, otros cuatro estilos que son tensho 篆書, reisho隷書, sosho草書y gyosho行書, en los que, a su vez, hallamos innumerables variantes estilísticas, de hecho encontraremos tantas posibilidades de escritura como personas lo ejerciten. Estos estilos, han sido nombrados según el orden cronológico de aparición en Japón y son merecedores de artículos posteriores por sus curiosos orígenes, sus especificidades técnicas y sus relaciones formales.
En el estilo estándar (Kaisho), el orden preciso y pautado de los trazos son el resultado de una convención históricamente determinada que ha regulado la escritura oriental de una manera conveniente: de arriba a abajo, de izquierda a derecha, trazando las líneas horizontales desde las más cercana al cielo hasta la más próxima a la tierra, con zonas vacías de singular importancia y procurando armonía y equilibrio entre las partes. Durante la ejercitación, cada kanji debe repetirse numerosas veces, siguiendo las reglas establecidas, sin corrección alguna y procurando aprender su significado. Una vez interiorizados estos trazos, y memorizada su forma, el Shodo se convierte en una escritura de ritmo fluido, con diversas velocidades y peculiar cadencia del pincel: una auténtica danza en movimiento.