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Vuelve a tu corazón y actúa con sabiduría

178 CARLOSPara lograr algo, es necesitamos hacer un esfuerzo correctamente dirigido, pues se hace camino al andar. El objetivo del ser humano es conocerse a sí mismo, conocer la creación y a su Creador. El sufismo es desvelar el ego para que alumbre el espíritu y traer el Paraíso a la tierra. Todo lo creado cambia de estado en cada instante, el sufí trata de vivir el eterno presente. Despertarse y recordar a su Creador es la llave que le abrirá el Paraíso en este mundo y en el otro.

El esfuerzo mayor (yihad akbar) para llegar al estado natural (fitra).

El sufismo es la ciencia del ego (ilm an nafs), es el esfuerzo para desmontar el ego de todo aquello que cubre el espíritu, para volver a la condición original del ser humano, al estado natural o (fitra). El hombre y la mujer es un interesapacio entre su corazón y la creación de su Señor, Allah; si el interespacio es puro, las transacciones se harán desde el corazón hacia el corazón de los seres y de las cosas, sin velos de oscuridad que cubran la realidad. Pues bien, en ese estado de sosiego del ego, el corazón es como un arco que dispara su flecha amorosa hacia el Creador de los mundos. En ello hay contentamiento y deleite.

El universo es un espejo que refleja la sabiduría de su Creador y está en constante movimiento y cambio.

El sufí trata de poner en acción el conocimiento que ha adquirido, un conocimiento apropiado para estar en el mundo sin ser del mundo. Un conocimiento sin acción es locura y una acción sin conocimiento es ignorancia. El hecho de poner en acción un conocimiento útil permite desplegar una acción beneficiosa para él y para la comunidad. Es importante considerar que el ser humano es un ente transaccional con el medio, practicante del arte de "ser ahí en el mundo" desde su esencia. Es un ser social, psicológico, sexual, familiar, espiritual, económico, político, etc. Estos dos últimos aspectos se olvidan a la hora de hacer una cura del ego, del cuerpo o desmontar las armaduras que cubren y ocultan la luz del espíritu-diamante. Si nos paramos por un momento a reflexionar sobre qué está pasando en el mundo, será fácil comprender que lo económico -y esto está en la cúspide de la pirámide- tiene dominio sobre el poder político, social, medios de comunicación, etc. (Si una persona se queda en la calle, sin trabajo, sin vivienda, se trastocará su vida personal, familiar, económica, salud psicológica y corporal, etc.). Como vemos, el ser humano es un poliedro con diferentes facetas, cada aspecto compone su unidad. La clave está en configurar este poliedro con un conocimiento verdadero y útil, ponerlo en acción en lo cotidiano mediante actos que reflejen un carácter noble (areté en lengua griega); y lograr la felicidad de uno mismo y de los demás seres.

El recuerdo de uno mismo y el recuerdo del Creador, (dhikrallah).

La condición del ser humano es ser olvidadizo, pues su cuerpo procede de turba -arcilla con materia orgánica en fermentación y descomposición- su personalidad procede del fuego, aunque su espíritu es luz. Todo lo que es aprendido está sujeto al olvido. Sin embargo, el espíritu -que encarna en el feto a los 120 días de su concepción- viene con el recuerdo de su condición de espíritu, es decir, lo que era en el mundo de los espíritus del No-Visto. Se dice en el sufismo que el espíritu se aloja en el corazón, cuando el sufi entra en estado de intuición del corazón, ese "recuerdo" del mundo de lo invisible, (malakut) se despliega y se puede contemplar algo de los misterios de este mundo y del mundo de lo invisible en el grado que Allah le permita. En el Corán aparecen 124 veces la expresión del cuerdo de Allah (dhikrallah) , siendo una de las advertencias más recomendadas. Si me recuerdo, si soy consciente de mi mismo, si vuelvo la atención a mi, si retorno a mi centro, estaré conmigo mismo, consciente de mi respiración, de mi cuerpo, del procesamiento de los cinco sentidos. Vivo el instante en la vida cotidiana, salgo del tiempo lineal y vuelvo a mi corazón, al estado intuitivo. No estaré perdido, atrapado por los dragones que raptan las múltiples facetas de mi diamante, el espíritu (ruh). Primero tengo que volver a mi morada interior y, siendo consciente de mi, entonces seré consciente del Único: Aquel que mueve mi corazón. El sufi trata de recordar a Allah en todos sus actos en la vida cotidiana, se da cuenta que toda la creación recuerda al Creador, pues Él la está haciendo en cada momento con Sus más bellos nombres. Todo es sagrado. Él, (Huwa) Allah, Dios, el Único, no es masculino ni femenino, no ha engendrado ni ha sido engendrado, no tiene igual. El sufi, al recordarse y recordar a su Señor, se viste de los mejores atributos. Podrá sanarse y sanar a los demás gracias a esta reconexión con su esencia y con la Esencia. Empieza a comprender los misterios de la creación y a darse cuenta que toda la creación está siendo creada especialmente con el amor infinito de Allah. En la tradición sufi -y está nació en el seno del islam, y está dentro de él- hay modos de lograr el "recuerdo de sí" y de Allah. Dhikrallah significa recuerdo de Allah por medio de la recitación de nombres o fórmulas sagradas, siendo conscientes de la respiración en la inhalación, exhalación y apnea; pues la respiración es un interespacio entre los pensamientos -teñidos de emociones y sentimientos- y el cuerpo. Al ser conscientes de la respiración, esta unirá el intelecto y el cuerpo. Y, como la respiración tiene que ver con el espíritu -pues el hálito del Divino, (Nafas ar-Rahmani)- entonces, el espíritu (ruh) se hará más presente. El dhikr de Allah se hace con la lengua y con el intelecto (aqal), comprendiendo el significado de lo que se dice, especialmente se dice con/desde/en el corazón, insistentemente, en cada instante de la vida cotidiana, para que el corazón -copa del amor- rezume los atributos divinos. El sufi es el que tiene el recuerdo de Allah en sus actos mediante la lengua, el intelecto y el corazón, así, su carácter se purifica, su cuerpo se transfigura y su corazón se torna en un espejo pulido en donde las formas de la creación se reflejan tal como son en su verdad (Haqq).

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