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¿Realidad o sueño?

Dicen que cada noche soñamos y que a través de los sueños gestionamos parte de lo que había quedado en el subconsciente.

Seguro que en alguna ocasión has tenido una pesadilla y te has despertado sudando y al encender la luz y mirar a tu alrededor te has tranquilizado diciéndote “menos mal que era sólo un sueño”. El sueño parecía tan real que incluso tu cuerpo respondía físicamente.

¿Qué ocurriría si un día despertásemos de nuestra propia vida? ¿y si todo lo que nos ocurre en el día fuese sólo un sueño?

Esta es una de las cuestiones que se plantea la tradición india conocida con el nombre de advaita vedanta. Esta tradición, que piensa que en el fondo todo lo que se nos aparece como múltiple y diversa realidad está hecha de una sola y la misma esencia en todos los seres, nos invita a inspeccionar nuestros estados de conciencia: la vigilia, el sueño con sueños y el sueño profundo (en el que no hay sueños), como un ejercicio que nos puede ayudar a comprender lo verdaderamente real.

El estado de vigilia es el de nuestra vida cotidiana. Vivimos identificados con nuestro cuerpo, la mente, los sentidos, el aire que respiramos... Si alguien nos lastima sentimos dolor, si alguien nos abraza sentimos placer, nos preocupamos por lo que vamos a hacer, por lo que ocurrirá, por lo que los demás pensarán, por la casa, el trabajo, el dinero, la salud, etc. y todo esto lo materializamos a través del cuerpo.

Sin embargo, en el momento que cerramos los ojos y logramos desconectar de toda esa “realidad” nos quedamos dormidos y comenzamos a soñar. Entonces lo que ocurre ya no ocurre en el mundo externo sino dentro de nuestra mente. Sólo al despertar la persona se da cuenta de que no era “real” , que se trataba simplemente de un sueño. Pero mientras el sueño dura lo vive como algo que realmente le está sucediendo. El advaita vedanta nos invita a cuestionarnos que si un sueño nos parece tan real y después resulta que no lo es, ¿por qué no podría ser que todo lo que vivimos como “real” fuese sólo una proyección mental? ¿Y si pudiésemos despertar de nuestra vida tal como la conocemos? ¿En qué consistiría ese despertar?

Antes de entrar en esto , veamos un estado de consciencia más: el sueño profundo. En el sueño profundo no hay ni siquiera sueños, nadie a quién le ocurra nada, ni “yo”, ni “tú”, ni proyecciones, ni preocupaciones. Sólo hay un profundo descanso. Al despertar uno se dice: “qué bien he dormido, no sabía nada”. Es decir, no sabía quién era pero todavía queda en mí la sensación de haber dormido muy a gusto, así que debía de haber dicha en ese estado de sueño profundo.

El estado de sueño profundo sería comparable al estado de plena dicha que somos en esencia. Lo que ocurre es que en el estado de sueño profundo no hay consciencia de esa dicha y por eso al levantarnos no recordamos nada, sólo la sensación de haber dormido plácidamente. Sin embargo, pronto retomamos la carga del sufrimiento: la identidad, las posesiones, los problemas, las obligaciones, las quejas, los insaciables deseos, las expectativas... Nuestra verdadera esencia es dicha infinita. La felicidad, no es algo que debamos buscar fuera sino que constituye nuestra verdadera esencia. Ya somos eso que buscamos ser. Igual que el hilo que sostiene el collar no se ve, pero es el que hace posible el collar, del mismo modo la Consciencia Absoluta, la Dicha Plena, el Ser, es la fuerza invisible que sostiene todo el universo. Siempre andamos buscando que algo externo nos haga felices: una casa, otra pareja, otro libro, otro curso... sin darnos cuenta, sin aceptar, que ya estamos completos, que ya somos esa felicidad que buscamos.

Comprender esto y vivir de este modo es vivir libre, liberado de todo sufrimiento. Y no porque neguemos el sufrimiento, sino porque ya no nos identificamos con los pensamientos que lo provocan. Porque lo vemos y entonces sabemos que no somos eso. Despertar es darnos cuenta de que somos en esencia infinitos y vivir esa infinitud produce una dicha igualmente infinita.

Todo esto puede sonar extraño. ¿Cómo podemos decir que en esencia somos infinitos cuando constantemente vemos sufrimiento y muerte en el mundo? ¿cómo podemos cuestionar si nuestro mundo y nuestra vida es real? Plantearse este tipo de cuestiones constituye en el advaita vedanta una vía de conocimiento de uno mismo. No se trata de una huida para no responsabilizarnos de nada, no se trata de volver la vista diciendo “como no es real no va conmigo”, sino que se trata de hacer un ejercicio de comprensión que nos lleva a cambiar la mirada. La raíz del sufrimiento radica en la ignorancia y la ignorancia consiste en un error, que es el de identificarnos con el cuerpo, con la mente, con los pensamientos, con lo que tenemos, con lo que hacemos, con el ego... Identificarnos con el “yo” y “lo mío”, con todo aquello que es limitado y finito, olvidando nuestra verdadera naturaleza infinita. Y tanto el ego como el cuerpo son muy útiles para la vida cotidiana, incluso para poder conocerse y comprenderse a uno mismo. El problema es cuando reducimos nuestro Ser al ego y al cuerpo. Despertar significa poder sentir la placidez y la dicha del sueño profundo en estado de vigilia. ¿Y cómo despertar? Dándonos cuenta de que ya somos esa dicha, de que no necesitamos perseguirla. Dándonos cuenta de que todas las penas y alegrías que sentimos, todos los pensamientos, todo aquello con lo que normalmente nos identificamos es pasajero. El conocimiento comienza por distinguir lo que es pasajero (dure dos segundo o mil años) de lo que es eterno.

¿Y si resulta que podemos vivir sin apegarnos al sufrimiento ni al gozo? ¿Si resulta que podemos vivir el presente sabiéndonos ser esa Vida que nunca muere? ¿A caso no nos parecería entonces que la forma de vida que habíamos vivido hasta ahora no era realmente real? Hacerse todas estas preguntas ya es en sí mismo una práctica. Pero además te invito a estar muy atento en las siguientes semanas al momento en que te despiertas por la mañana. Mira si puedes darte cuenta de cómo la “maquinaria” del pensamiento se pone en marcha. ¿Dónde estabas hace un momento cuándo dormías profundamente?

Tagged under: Luciana Rago

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