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PEDRO SAN JOSÉ

PEDROBODHISATTVA ACTUAL
Médico, cirujano y doctor en gestión sanitaria por la Universidad de Birmingham. Es especialista en medicina interna, medicina del trabajo y cardiología. Es Teacher en Zen acreditado por Willigis Jäger. Guía de varios grupos en la práctica del Zen y de la contemplación. Autor de varios libros.

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Silenciar la forma

188 PEDRO SAN

 

En esta nuestra practica del silencio, te toca aprendiz, profundizar. Comencemos por lo inmediato.
Cuando me siento en meditación silencio el cuerpo, realizo el ejercicio de aquietar el pulso material, el ritmo del corazón, y la respiración se hace suave y profunda. Trabajo con el cuerpo y a través de este silenciar el cuerpo sereno la mente y el espíritu.
El camino espiritual implica primero el silenciamiento del cuerpo y de la forma, el aquietamiento del ruido en relación con las formas, los acontecimientos y los sucesos que aparecen y desaparecen, desde la vida individual al microcosmos y al macrocosmos. ¿qué significa esto?
En primer lugar diré que las mil manifestaciones y acontecimientos, este cuerpo y su evolución, el transitar de las células y los átomos, el majestuoso movimiento de los astros en sus galaxias y las mil formas que se suceden, son en su plenitud manifestación una de la realidad. Las manifestaciones múltiples y los fenómenos, la vida que transita dentro de este cuerpo y fuera de este cuerpo son reales por si, interdependientes e intercambiantes, y continuamente aparecen y desaparecen, se transforman, son y dejan de ser, y es esto un continuo flujo que es indiferente a como yo lo describo o lo intento controlar ¿Qué es pues lo que he de silenciar? Mi deseo de control, de calificación y de interpretación definitiva de los acontecimientos es lo que he de silenciar. El ruido relacionado con la forma es la creencia, la descripción y la interpretación estanca que intento administrar e imponer. Con el fin de acercarme a la realidad, primero he de limpiar de creencias e interpretaciones la realidad.
Durante siglos, la cultura a la que pertenezco ha rechazado la forma, el cuerpo, el mundo y la carne como enemigos del espíritu, generando una interpretación dicotómica, maniquea de la realidad. Por eso, el silenciamiento de la forma puede ser mal interpretado, como la negación del cuerpo y de la realidad material. Este camino ha producido una profunda decadencia en occidente durante siglos. Para elevarse al espíritu había que rechazar los bienes materiales, había que castigar al cuerpo y reprimir sus pulsiones. Por esta vía se generaba un mundo espiritual alternativo, contrario al que nuestros sentidos veían. La misoginia, el rechazo de la vida, el alejamiento de la existencia cotidiana y la ausencia de compromiso “espiritualista” con los problemas sociales, fue la consecuencia de un tipo de práctica espiritual legitimadora de las injusticias y la explotación de unos seres por otros.
He recorrido el mundo y me he maravillado de las mil formas. He contemplado el cuerpo esbelto de la mujer africana, cuando llevando el fardo en la cabeza parece que realizara el elegante paseo de las pasarelas parisienses. He visto el cuerpo del niño deshacerse y caer victima de terribles infecciones. No puedo juzgar o controlar esta expresión de la realidad. Me sobrepasa. No puedo rechazarla o aceptarla a través de valores morales o esquemas mentales. Solo he podido incorporarme humildemente en el momento vivido, en la realidad expresada, en el mensaje que esta realidad conlleva y ser realidad y mensaje con ella.
Por ello, el espiritualismo, como la vida negadora de lo material, rechazadora de lo sensorial, y represora de los placeres y del disfrute de los bienes sensibles es el primer silenciamiento a realizar. Acoger lo existente es comprometerse radicalmente con las manifestaciones corporales, vivirlas y sentirlas. También comprometerse radicalmente con las manifestaciones naturales sin calificarlas, con los fenómenos y acontecimientos delante de nosotros, sin agarrarse a nada, despertando abiertos a cada acontecimiento. Esto exige la aceptación sin condiciones, al tiempo que el desapego sin condiciones.
El silenciamiento de la forma es la eliminación de barreras intelectuales e incluso religiosas en la existencia para aceptar plenamente la realidad que se expresa delante de nosotros, en conexión directa con los sucesos, como las puertas incontables de la verdad, que me busco atravesar. Hace falta un profundo silencio, en las teorías y los dogmas, para que esta conexión sin interpretaciones se de. Y esto es la practica concreta a la que he de dedicarme.
Pero habré de silenciar también otras dos tergiversaciones de la Forma: el materialismo y el hedonismo, como dogmas sociales antagónicos del espiritualismo al que me refería.
El materialismo parte de una interpretación negadora del mundo espiritual, reduciendo la evolución de lo existente a la lógica de la evolución de lo visible, cerrando el camino, no solo al fenómeno religioso, sino también a la evolución hacia el espíritu desde lo visible. Un mundo de lógica y de racionalismo que no acepta la realidad bifronte expresada por el Sutra del Corazón: “Forma no es sino Vacío, Vacío no es sino Forma” Un mundo que acepta el espíritu sin religión, sin dogmas, no significa un reduccionismo a la existencia aleatoria de la materia, sin la comprensión de lo existente en su misterio evolutivo. El materialismo no es sino la expresión dogmática de uno de los términos de la realidad. Es la eliminación del misterio y del designio en la evolución. El apego a la forma es el materialismo. Su búsqueda neurótica como fuente de placer y de satisfacción sensorial es el hedonismo.

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Hay algo que escuchar

...En el mas profundo Silencio.

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Me dice el Maestro Eckhart: “…cuando todas las cosas reposaban en un profundo silencio, descendió… desde lo alto …una palabra secreta”.


En esos momentos singulares, en medio de mi meditación, en esas paradas en medio de la cotidianidad, donde todo se acalla, donde no hay nombres ni juicios, ni manipulaciones ni creencias, solo un profundo silencio, resuena estruendoso un murmullo de trasfondo, una insinuación presente, que aunque atruena no produce ningún ruido; aunque significa no tiene ningún nombre, no se separa de las cosas ni de la diferencia, y tampoco es vacío separado, pues esto no existe; no es la voz del eterno que no se mezcla en las cosas. Pues ya se que las cosas no son el ruido, ni la esencia de la existencia es el ruido, ya que silenciamiento es solo dejar de predicar, dejar de intentar buscar la verdad ultima, dejar de querer controlar la realidad, dejar de identificarse. Entonces esa soledad sonora, esa música callada es escuchada, y la comunión completa será colmada, habitando en la con-sistencia: habre llegado al hogar que nunca abandoné. Respecto a eso Sosan dice: “ni el corazón, ni el entorno, ni la cosa, ni la ley; de suyo se resiste a cualquier descripción – ser verdaderamente inocente y haber olvidado todas las propiedades -, esto es, haber llegado a casa, a la con-sistencia”
Por su parte Tosan al definir el tercer rango del despertar expresa: “lo inclinado está en lo derecho, y lo derecho en lo inclinado” (aquí el corazón y la ley es lo derecho, la cosa y el entorno es lo inclinado). Dice el Sutra del Corazón: “la forma no es sino vacío, el vacío no es sino forma”. Indica el maestro Eckhart: es necesario que se produzca el mas profundo silencio para que la palabra sea escuchada. Concluye T. Hand: el Padre/Vacío y el Hijo/Forma es la esencia bipolar de toda realidad. Las mil y una formas, la sucesión de la cotidianidad es silencio, y el fondo de la existencia, la esencia creativa de la realidad también es silencio. El ruido es el deseo de controlar, de parar, de apegarse en la forma. El ruido es la compulsión a poseer el vacío. El ruido es la separación dicotómica de la realidad, la identificación con el mito del ser separado, la creencia en un Dios diferente, externo, singular frente las criaturas.
En medio de nuestro ruido nos aturdimos con la forma, nos aturdimos con lo inclinado, con lo diferente, y a partir de aquí vivimos en la dicotomía. Por ello no escuchamos este susurro. Es necesario acoger el segundo grado de Tozan: “En la inclinación lo derecho” y para ello necesitamos el silenciamiento. En medio de nuestro aparente silencio intentamos escaparnos, refugiarnos en la vida alternativa, en el vacío de la existencia. Por eso Tosan dice en cuanto al primer rango: “En lo derecho la inclinación”. Y para ello necesitamos el silenciamiento.

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Pon alerta el corazón

Silenciar para cambiar.

Abrirse al silencio que habla

185 PEDROHe realizado el primer paso. Me corrijo: he iniciado el primer paso, el camino del silenciamiento. Lograr acallar los ruidos de forma permanente y definitiva será una tarea continua de mi vida. ¿Cuándo me librare de los apegos, de la ansiedad por la seguridad, de la presunción de completar lo que ya está completo? He iniciado la práctica que me lleva al silencio profundo del ser, a percibir la conexión de la forma y el vacío. He intentado vaciarme de tantas apariencias y en esta experiencia ya no se quien soy, siquiera si soy alguien, ni donde estoy. Pero, ¿será este proceso de aniquilamiento suficiente? ¿Será suficiente con entrar en la noche, en la nube del No Saber, y permanecer allí en silencio interior?
No es suficiente. Al tiempo que produzco mi silencio progresivo en el cuerpo, en la mente y en el espíritu, he de abrirme en plena atención. He de mantenerme abierto en alerta a lo que ocurre en medio del silencio, abierto al silencio que hay detrás del silencio. Mientras hago el silenciamiento como práctica, y en el silencio me mantengo, al tiempo me abriré en alerta , y en medio de la atención escucharé. Ésta es la esencia del zen que práctico.
No es posible la atención si me aturden mis ruidos, si las voces continuamente hablan, juzgan, manipulan , controlan, predican o insinúan. Por ello, no hay atención si no hay silencio. El silencio implica silenciamiento del cuerpo y la forma, silencio de las emociones, de las sensaciones, de los estados mentales y las creencias y de la propia conciencia de mi mismo, de forma que pierda la conciencia de mi mismo en medio de la atención.
El proceso de atención es paradójicamente la atención plena al cuerpo y a la forma, la atención a las sensaciones, a las emociones, a los procesos mentales, a las creencias, y a la propia conciencia de mí. Y ¿cómo es posible esto si al tiempo exijo silencio? Porque el silencio que me exijo no es la negación de los procesos de la vida y de la realidad, sino mi inútil intento de parar los procesos de la vida y de la realidad, para obtener una interpretación domesticada, una identificación. Por ello, la atención a la que me abro no puede ser otra que la atención a los procesos concretos de la realidad, sin intentar detenerlos. Es el ejercicio de la atención al continuo cambio de los fenómenos.
No busco la atención a un mundo alternativo, a una realidad esotérica diferente que se inicie en la negación de la realidad en la que estoy inmerso. No es posible abrirse al vacío como un ente diferente que solo puede existir en mi imaginación. Solo puedo prestar atención a las realidades concretas y presentes de este mundo único, a las realidades concretas internas, a las realidades concretas externas, e internas y externas al tiempo, corporales-materiales, sensoriales, emocionales y conceptuales.
Es una atención sin ruidos, esto es, sin calificación, sin juicios, sin prejuicios, sin manipulación. No intentaré parar parar ningún proceso. Es atención sin identificación. Es el ejercicio del Testigo sin sujeto. Todo es atendido, todo es escuchado, pero no hay nadie que escucha, no hay sujeto que hace la acción, el sujeto se desvanece progresivamente en este escuchar. Las cosas se expresan por si mismas, de forma vibrante. Existe una alerta viva y vibrante en el profundo silencio de las cosas.

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