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Las bacterias y las enfermedades autoinmunes... no estamos solos

191 ANGELA

¡Dime lo que comes y te diré por qué estas enfermo!
Es la mejor forma de explicar el incompresible enigma de las enfermedades. En este sentido la alimentación es más importante de lo que uno puede imaginar, pero lamentablemente no se le da toda la importancia que debería.
Es bien sabido que la medicina convencional se ha quedado obsoleta y que los médicos y especialistas están únicamente centrados en quitar el dolor sin detenerse en lo más importante que son las causas. Difícilmente en una consulta médica al especialista de turno se le ocurre preguntar: ¿cómo es su alimentación?
Nadie dice que debamos llegar a límites obsesivos y convertir nuestra vida en una experiencia de frustración con la comida. Está bien cuidarse, sobre todo cuando sabemos que hoy en día la mayoría de productos que venden en los supermercados están llenos de pesticidas y que los alimentos empaquetados están saturados de aditivos e ingredientes tóxicos. El objetivo no es vivir eternamente, eso sería aburrido, la intención es no tener que cargar con un lastre de enfermedades estando aún en la flor de la vida.
Hacer milagros es difícil una vez que el cuerpo se ha manifestado con una enfermedad, pero también puedo decir que nuestro organismo es una máquina súper-inteligente con capacidad regenerativa. Cuando se sufre una dolencia el camino hacia el bienestar es algo dificultoso pero no imposible, hay que poner de nuestra parte para llegar a un acuerdo con nuestro organismo; para ello, lo primero que debemos hacer es cambiar de manera radical los hábitos alimentarios. Por otro lado, no debemos olvidar que nuestro estado de ánimo predispone al cuerpo y por este motivo es importante que nuestra mente permanezca tranquila ya que los pensamientos negativos terminan convirtiendo a la enfermedad en algo físico invencible.
Existen tantos tipos de dolencias que resulta difícil proponer en estos artículos una dieta específica para cada enfermedad. En el caso de las personas que padecen enfermedades autoinmunes, los cambios drásticos en la dieta suponen un antes y un después. En este artículo voy a exponer una de las pautas que constituye el primer paso hacia el camino del bienestar.

En nuestro universo interno hay células de todo tipo y cada una cumple con su función de forma exacta y perfecta. Las células forman tejidos, estos forman órganos que a su vez conforman aparatos y sistemas. Al mismo tiempo dentro de nuestro universo habitan billones de microorganismos que viven de forma permanente y que se encargan de muchas funciones esenciales para la vida. Normalmente nunca pensamos en esto porque no terminamos de conocernos pero estamos literalmente inundados por microorganismos que en su mayoría son bacterias. Nos podremos lavar los dientes diez mil veces al día, pero nunca podremos eliminar a estos seres de nuestro cuerpo porque forman parte de nosotros; de hecho si consiguiéramos exterminarlos moriríamos en muy poco tiempo. Las bacterias que viven en nuestro interior no son un ente aislado, en realidad se trata de un órgano más que desempeña funciones metabólicas, actividades de defensa y regulación del sistema inmune.
En el intestino se encuentra la barrera de defensa más importante de todo nuestro cuerpo; es un hecho singular que el setenta por ciento de las células inmunes humanas estén en el intestino, al igual que no es coincidencia que en dicho lugar se encuentre la población de bacterias más abundante de todo nuestro cuerpo. El intestino es el punto de conexión entre el mundo externo y nuestro mundo interno, por este motivo, es ahí donde se requiere la presencia concentrada de células y microorganismo de defensa. Sistema inmune, células epiteliales intestinales y bacterias trabajan de forma sincrónica por ejemplo para exterminar a un agente patógeno. De ahí que si nuestras bacterias han sido destruidas por antibióticos o por una dieta desequilibrada, nuestro cuerpo enfermará y es ahí donde se encuentra el punto clave de las enfermedades autoinmunes.
Para ir esclareciendo nuestras dudas, existe un dato muy importante que debemos conocer; las bacterias producen un ácido graso llamado Butirato y la mayor concentración de dicho ácido graso se encuentra en el intestino. Este ácido graso es utilizado por el intestino como fuente de energía, sin embargo, la función más importante del Butirato es que tiene efectos anti-inflamatorios. De hecho varias investigaciones apuntan a que las enfermedades inflamatorias pueden ser causadas por la deficiencia de Butirato. Por otro lado, dicho ácido graso controla la permeabilidad de la barrera intestinal, esto quiere decir que a menor cantidad de Butirato la barrera intestinal será más permeable a bacterias patógenas y a sustancias tóxicas.
Frente a esto quiero señalar que no todas las bacterias que nos rodean son beneficiosas, el hecho de tener una barrera intestinal permeable hace que seamos fácilmente colonizados por bacterias que no son buenas. Hoy sabemos que los cambios en nuestra microbiota son los que estarían produciendo respuestas exageradas por parte del sistema inmune ya que este es capaz de distinguir a las bacterias foráneas.
¿Qué soluciones tenemos frente a esto? Proporcionar a las bacterias la materia prima para que se encarguen de fabricar Butirato. En este caso consumir carbohidratos de cadena larga como el almidón de patata que se puede consumir en ensaladas o sopas y el plátano macho crudo para añadir a batidos matutinos. Los cereales como la avena, arroz o cebada y las legumbres (lentejas y guisantes). En segundo lugar, sabiendo que la flora intestinal alterada o pobre podría ser la causa de las enfermedades autoinmunes, lo aconsejable sería tomar probióticos para intentar repoblar nuestras colonias; si bien es verdad que no está totalmente comprobado que estos microorganismos consiguen llegar con vida al intestino, parece ser que algunos probióticos pueden tener un impacto en la respuesta inflamatoria. Estos probióticos se pueden consumir preferiblemente en capsulas o en polvo; además de esto debemos procurar comer una alimentación lo más natural posible sin pesticidas ya que estos alimentos contienen poblaciones de bacterias propias que serán beneficiosas para nosotros. No aconsejo tomar lácteos probióticos, porque la leche tiene la facultad de irritar la mucosa gástrica (en tolerantes e intolerantes), eso querría decir que a mayor irritación menor posibilidad de absorber los sustratos necesarios para las bacterias.
Por último y para reflexionar, ten siempre presente que todo lo que hagas y digas afecta a lo demás, recuerda que todos estamos en el mismo camino y que cada uno hace las cosas lo mejor que puede. No juzgues, sólo observa y ama a quien comete errores; como dijo un conocido sabio: “Si el error fuera malo, Dios no habría dejado al hombre a solas con el error”. Cometer errores es válido y cometer el mismo error una y otra vez también, debemos aprender a respetar las elecciones del alma porque estas son únicas e inalienables.

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