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Musicoterapia para mayores

235 ILUS CHEMA JUN19 webMi madre era una mujer vitalista y alegre, pero los últimos tres años de su vida no fueron agradables. Su cabeza dejó de funcionar y el cuerpo comenzó un deterioro que avanzó irremediablemente hasta su final. Yo y mis hermanas nos desvivimos para cuidarla y darle nuestro amor para rebajar su malestar. A mí se me ocurrió tocar diariamente un rato la flauta bansuri a su lado. Su mirada era atenta, su expresión distendida, la sonrisa asomaba por momentos y al final, siempre las mismas palabras: ¡qué barbaridad! ¡Qué bonito!
Ahí aprendí que la música no sólo podía despertar diversas emociones y estados de ánimo, si no que también podía arropar, cuidar, entretener, sacar del ensimismamiento y abrir una puerta al mundo, - o al cielo, quién sabe - a personas cuyo vínculo con la realidad apenas existía.
En las últimas décadas se ha conseguido alargarla vida y no es difícil ver a personas que superan los 90 años. Sin embargo, en bastantes casos llegan a esa edad sólo gracias a los medicamentos –mi madre tomaba un coctel de 16 pastillas al día- de forma que se controla el cuerpo, pero poco se puede hacer con el deterioro neuronal. Se estira la vida, pero… ¿a qué precio?
DEL OÍDO AL CORAZÓN
Actualmente se va implantando poco a poco la musicoterapia en los procesos degenerativos de la mente como el Alzheimer o la demencia senil.
En un estudio de musicoterapia dirigido por la universidad de Almería, vemos cómo la música se emplea como estímulo sensorial auditivo, capaz de captar la atención del paciente mejor que otros estímulos sensoriales. “El oído, nos recuerdan, está diseñado filogenéticamente por su función de alarma -al oír un ruido en la noche, el modo alerta aparece-por lo que, aunque esté muy deteriorada la captación de estímulos externos, el oído será el mejor vehículo para lograrlo”.
Y si el oído es el mejor camino para llegar al cerebro, para alcanzar al corazón lo haremos con canciones de toda la vida. En nuestra infancia sobre todo, pero a lo largo de la vida también, se han grabado canciones en el sistema neuronal que son capaces de sobrevivir a las salvajes tormentas del olvido que acechan en el último tramo de nuestra vida. Da igual si es el Porom Ponpon, El cumpleaños feliz o la tabla de multiplicar cantada. Lo importante es que al cantarla, aparece un oasis en el disecado páramo de la mente inactiva que sirve como asidero al presente para que vuelva de nuevo el pulso de la vida. De esta forma cambia por completo la energía del paciente y vuelve la emoción que le trae esa canción, que generalmente es alegría.
LOS GIRASOLES SIEMPRE MIRAN AL SOL
Tengo la gran suerte de poder colaborar con un centro de día que hay frente a mi casa, -LOS GIRASOLES- y llevar ahí un par de veces al mes nuestros instrumentos. Con ellos interactúo con personas que están en diferentes procesos de deterioro cerebral. Precisamente es el cantar y tocar canciones de siempre es lo que nunca falla. Sus caras vuelven a la vida cantando el Asturias patria querida o Esta noche es nochebuena y mañana navidad. Se miran entre ellos, las palmas al unísono, alguien se anima a bailar, la sonrisa es monumental y el aplauso final: pura dinamita.
Pero el enganche a la tierra lo tiene el ritmo. Por eso el PANDERO CHAMÁNICO es mi gran aliado para conectar con lo que realmente está vivo ahí dentro: su corazón. En la última sesión puse tambores en las manos de algunos de ellos. Al principio me miran con temor, pero confían en mi sonrisa, así que lo toman…. ¡Y lo tocan! Lo más curioso es que Domingo, uno de los abuelos más apáticos y desconectados, cogió el tambor que le ofrecí y estuvo tocando con un ritmo ordenado y constante durante bastantes minutos. Me emocionó ver en su cara más que alegría, asombro: el pulso de la vida que aparece-desaparece-aparece...
Otro aliado que me ayuda a interactuar con mis abuelos son los CUENCOS TIBETANOS. Mi amigo y maestro Enrique Carriedo escribe en su libro Las campanas de shambala que “los cuencos nos ayudan a sincronizar ambos hemisferios cerebrales, estimulan una mayor cantidad de conexiones neuronales y hacen que segreguemos más endorfinas, química del placer y el bienestar”. Así que coloco un cuenco entre sus manos y giro la baqueta para que los armónicos se alíen con su cuerpo astral, su ser pleno que disfruta hoy, de otras capacidades que las normales.
TODOS PODEMOS TOCAR
Puede ser una flauta como la que usé con mi madre, u otro instrumento con el que tengas más afinidad. Pero por favor, si se te presenta la ocasión de acompañar a algún familiar o amigo que esté en esta etapa de la vida, coge tu instrumento y tócalo con amor. Aunque no obtengas respuestas, te estará eternamente agradecido.

Chema Pascual 

COLABORADORES Revista Verdemente