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La respiración en el sufismo como transformación espiritual

179 CARLOS

En la vía espiritual del sufismo se da una gran importancia a mantener la consciencia en la respiración en todo momento, de este modo se vuelve al interior de uno mismo recordándose, contemplando lo creado con una visión más real del universo y dirigiendo el anhelo del corazón hacia Allah; pues todo lo creado se está haciendo en cada instante por el Gran Hálito.
La vida es hálito y el hálito da la vida. Todo lo que tiene vida respira y toda la existencia vibra en un acto amoroso, como la expansión y contracción de los pulmones y el corazón, glorificando a su Creador.

Allah hace la creación con Su Hálito Misericordioso.
Se dice en un versículo del Corán: “Aquel que dio principio a los cielos y a la tierra, cuando decreta algo, le basta con decir: ¡Sé! y es” (Kun faYakun) (2:16). Y: "En cada respiración, Allah crea mundos que Le glorifican día y noche"
El Creador de los mundos hizo la creación con Su Aliento Misericordioso (Nafas ar-Rahmani) por desbordamiento de puro amor. La creación es un espejo que recibe las respiraciones amorosas de su Hacedor. Toda cosa creada, sea animal, vegetal o mineral, respira glorificando a su Señor.
El ser humano es respirado por el Gran Hálito (Gran Prana para los indúes), toma el aliento del Misericordioso y se Lo devuelve, completando así el círculo. Somos soplo procedente de Él, y en cada aliento regresamos a Él. En el momento de la muerte física, al exhalar el último aliento, volveremos definitivamente a Él, pues somos naves-espíritus regresando al puerto de procedencia, al Gran Puerto, engolfándonos en Él.

La respiración, un interespacio (barsaj) entre lo físico y lo psicológico-emocional
La respiración es el filo de la espada, une o separa lo corporal y lo psicológico emocional. Una respiración consciente, plena y natural, unificará estos dos lados temporales del ser humano.
Viviendo la vida con actos saludables, la consciencia en la respiración natural  y el recuerdo de Allah, el ego se aquieta, el cuerpo se transfigura y el espíritu luminoso es alumbrado por el desprendimiento de las armaduras oscuras de los pensamientos teñidos de emociones negativas. Esto es el alborear del espíritu en el día a día.


La plena consciencia en la respiración y en el espíritu-luz-diamante.
Existe una relación estrecha entre el aire y el espíritu, lo que los hindúes llaman prana, los chinos chi, los japoneses ki, en occidente W. Reich lo llamó orgón. Por esto muchas lenguas vinculan con una sola palabra aire y espíritu. En árabe la palabra ruh nombra a la vez espíritu y soplo vital; por otro lado, respirar en árabe es nafasa y personalidad es nafs, es decir, el yo experimentador o ego. Pues como se dice en el Corán: “Allah creó el universo a través del Hálito del Misericordioso”; es el soplo mediante el cual Allah da la vida y transmite el espíritu ruh al cuerpo.

La respiración da la vida física y el espíritu es la luz que alumbra nuestra existencia aquí en este mundo y en el otro. El espíritu, en realidad, no se puede definir, porque no sabemos muy bien qué es, aunque tengamos percepciones de él cuando se manifiesta. El espíritu ruh es como el viento rih, dijo Jesús “Que nadie sabe desde donde viene ni hacia donde va”. El nafs es ese viento “personalizado”. El Gran Prana, el Nafas ar-Rahmani hace la creación en cada aliento. Sin oxígeno y sin prana no podemos vivir. Cuando la respiración nafas abandona al ser humano nafs, éste muere; el cuerpo físico jism vuelve a la tierra y el espíritu ruh retorna a su Creador llevando con él las acciones que hizo en la tierra.
El espíritu es luz, el cuerpo es agua y turba (tierra con materia orgánica en fermentación) y el ego o nafs es fuego.
En cada respiración tenemos que estar-en-el-mundo desde el espíritu, pues lo esencial tiene que actualizarse en todo instante. Para ello tenemos que poner consciencia en la respiración en nuestra vida cotidiana, pues así, podremos inspirar el espíritu y sentirlo presente en nuestro cuerpo, ya que en cada aliento tenemos la posibilidad de volver a nuestro ser y al Ser de los seres. La vida nos resultará más plena en todo acontecer

Maridaje entre la respiración y el amor, los pulmones y el corazón.  El amor desbordado del ser humano hacia su Creador
En la caja torácica se ubican los pulmones y el corazón, estando próximos espacialmente, pero donde más íntimamente se relacionan las funciones de los mismos: oxigenación y circulación de la sangre, es en los 350 millones de alvéolos pulmonares en donde el oxígeno se difunde a los capilares sanguíneos, de ahí al corazón y del corazón a toda célula del cuerpo. Los alvéolos recogerán el dióxido de carbono procedente del metabolismo de las células y lo sacarán al exterior. Los pulmones nos remiten al espíritu y el corazón al amor.

Recordemos a Allah en cada aliento y en cada latido del corazón.
Es recomendable hacer meditación sufí dhikr, conscientemente en cada respiración, acompañada del nombre de Allah, pues revivifica cada célula.
Cuando hacemos dhikr pronunciando el nombre de Allah en el corazón, sintiendo la contracción y expansión, percibiendo cómo la sangre es bombeada del ventrículo izquierdo a la arteria aorta, entonces, el nombre divino navega hasta llegar a toda célula, sacralizándolas; el organismo  sana y el ser humano se revivifica despertando en su corazón el anhelo por su Señor.
Se ha eliminado lo tóxico y sacado lo muerto de lo que estaba vivo. Pues se dice en un versículo del Corán: “No veis como de lo vivo Allah saca lo muerto y lo muerto de lo vivo”. Al hacer dhikr desde el corazón en cada respiración, las células “despiertan” volviéndose a su Creador. El corazón intuitivo Le reconoce como único Señor y Único Creador de los mundos. Pero Allah sabe más.

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