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Sacando la raíz

236 ILUS EVA11wEn un pueblo soleado llamado Viejunes del Moral, de esos que tienen pocos habitantes en invierno, pero muchos en verano y fines de semana; de aquellos en los que aprendemos lo que es la vida al aire libre y un poco salvaje. Una madre estaba en la cocina seleccionando el té que había cogido en las montañas la tarde anterior y de repente, su hija grita desde fuera:

—Mamá, hoy voy a venir a jugar con mis amig@s a casa—.

- ¿Y eso por qué? ¿No ibais a ir a casa de tu mejor amigo? —respondió la madre.

-Sí, pero hay pinchos alrededor de su casa, como llovió e hizo sol ya están crecidos otra vez, y así no se puede jugar. —resopló la niña.

Después de escuchar a la pequeña, la madre se quedó como mirando al infinito y le dijo: —¡Ay hija mía! Esto me recuerda a cuando le digo a tu hermano, una y otra vez, que mire que le pasa con ese dolor de cabeza en vez de tomar pastillas todo el tiempo—.

No entiendo mamá, ¿qué tiene que ver? — dijo la niña.

En casa de tu amigo cada vez que llueve y hace sol durante unos cuantos días seguidos, vuelven a crecer las plantas y con ellas los pinchos. Después cortan con la máquina todo el patio y se llevan los pinchos y por unos días están bien, pero así nunca termina el ciclo.

Deberían ver dónde están las plantas que tienen de fruto esos pinchos y sacarlas de raíz, para que no volvieran a crecer alrededor de la casa. Si no, siempre van a estar igual. —explicó la madre.

-Claro mamá, lo entiendo, es verdad que así lo tienen que hacer una y otra vez, voy a decírselo a mi amigo.

Y la niña fue corriendo a por el teléfono a contarle a su amigo su gran descubrimiento.

Cuando éste llego a casa para jugar, su amiga le preguntó qué le había dicho su mamá.

-Mi mamá me dijo que es un trabajo inmenso y laborioso arrancar planta por planta y que iba a terminar con dolor de lumbares de estar tanto tiempo agachada, que en todo caso lo que haría sería pasar el cortacésped más a menudo. —explicó el niño.

- ¡Igual que tu hermano! - gritó desde lejos la madre de la niña, y ésta sonrió entendiéndolo todo.

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