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Una Reflexión sobre el recurrente tema de los Chakras

Dentro del actual sistema de creencias relativo a la constitución invisible del cuerpo humano, prácticamente la única referencia utilizada es la de los chakras. Esta referencia tiene un origen hindú y fue traída a Europa en la época de la colonización de la India por los ingleses. Más concretamente se debe al ministro de la iglesia anglicana y teósofo Leadbeater que en 1927 publicó un breve libro con el título de Los chakras. Dado el prestigio que la Sociedad Teosófica tenía dentro de los círculos esotéricos europeos y norteamericanos, el asunto de los chakras despertó un enorme interés dentro de estos círculos que rápidamente tomaron el texto de Leadbeater como un motivo de estudio aceptando su contenido sin ningún tipo de discusión. Desde estos círculos llegó más tarde a la “nueva era” que es la que se encargó de modo entusiasta de convertir este asunto en algo recurrente estimulada por la llegada de sistemas, religiones y prácticas desde Oriente.

Hoy, pasados más de ochenta años desde la aparición de ese libro, la ingente obra publicada posteriormente sobre chakras no varía en lo esencial de lo escrito por el religioso inglés. Dejando al margen la singular biografía del clérigo que se autoproclamaba como vidente, lo cierto es que la información tradicional en los textos clásicos de la India sobre los chakras es muy exigua y, por ejemplo, lo más común es la descripción de seis chakras y no siete como sostiene Leadbeater. No podemos olvidar tampoco al segundo divulgador inglés de este concepto, aunque esta vez lo hace dentro de su contexto del tantrismo. Es Arthur Avalon- seudónimo- que en la obra The serpent power, afirmó haber traducido del sánscrito dos textos clásicos. Son: Shat chakra nirupana donde describe también seis chakras y no siete, y el Paduka panchakra. Sin embargo, lamentablemente, nunca se han encontrado esos textos fuentes originales que supuestamente tradujo Avalón y son muchos los que afirman que el autor inglés se inventó dichos textos para dar categoría a sus investigaciones sobre el tantra, y que esas descripciones fueron tomadas de información verbal que recopiló.

En cuanto a los Upanishads podemos encontrar en dos de ellos leves menciones a los chakras. Y ya, en lo que se refiere al budismo, es en el budismo tibetano vajrayana donde hay referencias a cinco chakras. Por último, añadir que en toda la extensa obra védica, incluidos todos los demás Upanishads, o en el famoso texto “madre” del yoga El yoga sutra de Patanjali ni tampoco en la abundante literatura budista clásica del Canon Pali, están mencionados los chakras. Respecto al resto de culturas fuera de la India, si bien plantean la existencia de una constitución invisible del ser humano, no referencian nada sobre esa estructura de los chakras.

La historia posterior la conocemos y, adaptándose como esquema indudable la propuesta de Leadbeater de siete chakras, fue adoptada y difundida por el movimiento new age hasta llegar hasta hoy. Es decir, que este tema tan recurrente y hoy prácticamente imprescindible en toda la literatura “nueva era” tiene un sustrato exclusivamente tántrico y, además, nada claro, en cuanto a las fuentes. Si además sabemos que el tantra, bien sea el manejado por el hinduismo, el budismo tibetano o el jainismo, se caracteriza por ser un conjunto de filosofía y prácticas especialmente complejas incluso para avezados tántricos, y que los textos de tantra son especialmente oscuros, se hace extraño entender como un sistema tan poco cimentado haya triunfado. Tal vez sea por la misma razón por la que el tantrismo original, nos llegó como neotantrismo prácticamente vinculado únicamente al sexo o como la doctrina de la reencarnación o el karma propios de las religiones de la India fueron contaminados por la nueva era con conceptos judeo-cristianos hasta desvirtuarlos de su significado original.

Sea como fuere, lo cierto es que hoy en occidente todo lo relativo a los chakras es prácticamente un dogma y lo mismo vale aplicarlos en la psicología o para cualquier terapia sea cual sea su origen y naturaleza. Respecto a este vínculo con la salud resulta al menos curioso que los dos grandes sistemas de medicina de Oriente, la Medicina Tradicional China y el Ayurveda no tengan, en sus orígenes clásicos, referencias a los chakras, aunque la MTC sin embargo tiene a la energía y sus canales como algo fundamental o manejan en profundidad conceptos como tan tien o chi, lo cierto es que los chakras brillan por su ausencia. También lleva a reflexión que tampoco técnicas tradicionales como el qi jong o el más moderno shiatsu, por poner solo unos ejemplos, mencionan los chakras, salvo adaptaciones modernas hechas por la nueva era y sin fundamento tradicional. Tampoco en las artes marciales do como el aikido. E insisto, si las hay, son modernas y no son parte sustancial de su enseñanza. Si tomamos también a los grandes maestros y vías espirituales vemos que tampoco hacen la más mínima alusión a ellos, si bien en el sufismo, por ejemplo, tenemos los lataif, pero son algo muy alejado a la visión de la “nueva era” respecto a los chakras. Es por tanto algo absolutamente sorprendente como la repetición exhaustiva de prácticamente la misma información sobre este tema lo ha inundado todo de chakras. Desde la meditación hasta el reiki, desde la cristaloterapia hasta los mandalas, desde el tarot hasta el chamanismo, nada se ha librado de su correspondiente dosis de chakras. Además es de destacar que después de los libros de Leadbeater y de Avalon no haya aparecido ningún otro que haya aportado nada sustancialmente diferente que no sea repetir variantes sobre lo mismo.

Otro hecho curioso ha sido el de vincular los chakras, en principio de naturaleza energética según los clásicos, con la espiritualidad. Por eso, sin duda lo más relevante sea que ninguno de los grandes de la espiritualidad universal o entre los Grandes Maestros, nunca se les haya oído mencionar nada de chakras.

Ni Jesús, ni Buda, ni Mahoma, ni Lao Tse, ni Sankara Tampoco los encontramos en las cumbres de la espiritualidad cristina como San Francisco, San Juan de la Cruz o Santa Teresa, ni entre los grandes del sufismo como Ibn Arabí o Rumi, podíamos continuar con iluminados más recientes como Ramana o Nisargadatta por no mencionar a los maestros zen que ignoran este tema al igual que los maestros advaita. En cuanto a los grandes textos sagrados de la humanidad como el Gita, los Evangelios, los más importantes Sutras, el Corán, el Tao Te Ching, el Vivekacudamani, etc., ninguno de ellos han ocupado una sola línea para ni siquiera mencionarlos. Asimismo tampoco están presentes en la Tradición iniciática de occidente como por ejemplo entre la rosacruz o masonería o tampoco hay ni rastro entre sistemas de profundo conocimiento esotérico como la vieja religión egipcia, los cultos mistéricos greco-romanos o los movimientos gnósticos. Tal vez su conocimiento y estudio en el ámbito de la salud sea eficaz aunque tampoco ni el doctor Bach, fundador de la medicina floral, ni el doctor Hahnemann fundador de la homeopatía, ambas terapias vinculadas a la energía, le dedican ni una línea o si volvemos la vista al gran Paracelso tampoco encontramos en su ingente obra nada relacionado con los chakras, sin mencionar que en toda la profusa literatura alquímica y esotérica europea que va desde el medievo hasta la publicación del libro de Leadbeater aparezca nada que tenga que ver con este sistema.

¿Desconocían Jesús, Buda, los maestros zen, Mahoma y los maestros sufíes, Sankara y Patanjali, los médicos descalzos chinos, los alquimistas y tantos otros “Grandes”, conocidos o anónimos, anteriores a 1927 la existencia de los chakras? Dado que no soy terapeuta ni médico, ignoro si los chakras son “humo” en cuanto a la salud se refiere como tantas otras cosas nacidas de esa confusa época teosófica y trasplantadas a la new age.

Pero sinceramente creo que cabe deducir que el tema de los chakras ha resultado y resulta irrelevante para las grandes vías espirituales y por eso ha sido siempre ignorado.

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