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El Yoga del Conocimiento

Hoy en día cuando alguien practica yoga solemos preguntarle “¿qué tipo de yoga?” esperando que nos responda si es un yoga más físico (hatha yoga), más energético (yoga kundalini) o qué tipo de escuela sigue. Sin embargo, en la tradición hindú el concepto de yoga abarca diversos sentidos y a menudo, tienen más que ver con el control mental que con ejercicios físicos.
En este artículo vamos a hablar de lo que se ha llamado “yoga del conocimiento”.
175 MONTSE SIMONEn la Chandogya Upanishad, uno de los textos filosóficos que forma parte de los Vedas (textos sagrados más importantes de la tradición hindú) se narra la historia de Shvetaketu, un chico que tras doce años de estudio, regresa a su hogar orgulloso por su dominio en distintas materias y algo arrogante. Su padre, le pregunta si su maestro le ha enseñado la norma de substitución a través de la cual uno escucha, piensa y percibe aquello que nunca antes ha sido escuchado, ni pensado ni percibido. Su hijo reconoce no saber nada acerca de esto y le pide a su padre instrucción. Y así sigue la enseñanza de labios de su padre:

 

«Por medio de un único puñado de arcilla, uno percibe todas las cosas hechas de arcilla –la trasformación es un asunto verbal, un nombre –mientras que la realidad es simplemente esta: “Esto es arcilla”.
“De la siguiente manera, hijo. Por medio de un único pedazo de cobre, uno percibe todas las cosas hechas de cobre –la transformación es un asunto verbal, un nombre –mientras que la realidad es simplemente esta: “Esto es cobre”.
“De la siguiente manera, hijo. Por medio de una única cuchilla, uno percibe todas las cosas hechas de hierro –la transformación es un asunto verbal, un nombre –mientras que la realidad es simplemente esta: “Esto es hierro”.
“Así, hijo, es como funciona esta regla de substitución…”»  (Ch. Up., VI.1. 4 – 7)

 Según esta enseñanza, bajo los nombres y formas que cambian constantemente, hay un substrato común. Si llevamos esto a nuestra propia persona, ¿qué hay mas allá de nuestro nombre y de forma (aspecto físico, personalidad, carácter...)? Aquello que queda cuando ya no queda ni nombre ni forma, Aquello, que no puede ser mencionado, ni comprendido por la razón, Aquello es el substrato, la esencia que nos constituye.
El yoga del conocimiento (jñāna yoga) es el camino del conocimiento a través de la indagación en uno mismo y del estudio de las escrituras, que transmiten un conocimiento eterno y nos sirven de mapa en el camino.
Sin embargo, es importante no confundir el conocimiento con el saber enciclopédico o con tener mucha información. En la historia que hemos citado Shvetaketu vuelve conociendo bien los cuatro Vedas y muchas otras materias pero todavía no conoce su esencia última.
Una conocida imagen, acerca de este conocimiento de uno mismo, es el de la gota de agua. Mientras las gotas de agua sólo se conocen como gotas, su conocimiento es limitado y solo cuando se dan cuenta que están hechas de agua y que esa agua es exactamente la misma en todas, solo entonces reconocen su ser más amplio, ilimitado en el océano.
Aquel que sabe esto y que lo integra en su vida es un jñānin, un sabio. En la Bhagavad Gita el sabio es descrito a través de varios versos, uno de ellos dice:

“O Partha (Arjuna), se llama sabio a aquel que  renuncia por completo a los deseos de su mente y permanece por sí mismo satisfecho en su propia esencia.” (Bh. G., II.55)

La tradición del yoga clásico insiste una y otra vez en el desapego, sin que debamos confundir dicho desapego con represión. El desapego está muy vinculado al conocimiento y la indagación en uno mismo: ¿Quién soy yo? ¿soy a caso este cuerpo que en cualquier momento se convertirá en un cadáver? ¿soy el aliento que da vida a ese cadáver?, ¿soy a caso la mente? ¿aquello que hago? ¿aquello que conozco? ¿aquello que tengo?... Una parte importante de la tradición hindú responde diciendo “no soy esto, ni esto otro” (neti neti). Ramana Maharshi, uno de los grandes sabios que vivió en el s. XX , insistía, cuando le preguntaban, en la importancia de indagar en uno mismo:

«Aquello que emerge como “yo” en el cuerpo es la mente. Si uno se pregunta en qué lugar del cuerpo emerge por primera vez el “yo” descubrirá que nace en el Corazón (…) Cuando aparecen pensamientos, uno no debería irse con ellos sino que debería preguntarse “¿A quién le ha emergido este pensamiento?. No importa cuántos pensamientos aparecen. Con cada pensamiento que emerge uno debe preguntarse con diligencia: “¿A quién le ha surgido este pensamiento?” La respuesta que nos viene es “a mí”. Entonces si uno se pregunta “¿quién soy yo?”,  la mente volverá a su fuente y el pensamiento que emergió quedará silencioso.»
(The collected works of Sri Ramana Marshi, “Who am I?”)

Indagar en uno mismo no significa repetir como un mantra “quién soy yo, quién soy yo, quién soy yo?” sino planteárselo verdaderamente. ¿De dónde emerge mi deseo, mi rabia, mi envidia, mi bondad...?, ¿qué es eso que constantemente llamo “yo”?: ¿mi nombre? ¿mi profesión? ¿mi forma física? ¿mi personalidad? ¿cómo y dónde emerge mi primer pensamiento cada mañana cuando despierto?...
Hay personas que consideran que preguntarse todo esto es “rallarse”, “filosofar”... Pero no se trata de darle vueltas y vueltas (aunque mejor haríamos en dar más vueltas a esto que a la ropa que nos vamos a poner, a lo que ha dicho o no sé quien, o a lo que voy a hacer mañana), sino de dejar que esto resuene en nosotros y permitir que cada vez se haga más amplio el Silencio de la mente ante el Misterio, ante la imposibilidad de responder con certeza quién soy yo.
Te invito a practicar probando de seguir la enseñanza que nos dejó Ramana Maharshi, entre otros sabios, y preguntarte a cada pensamiento que emerge «¿quién piensa? Y ¿quién es ese “yo”?»
Y permite que poco a poco el Silencio y el Amor (que es Silencioso) inunden tu corazón.

Tagged under: Luciana Rago

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