Logo

Entrevista a Joan Garriga

Entrevista con Joan Garriga, psicólogo humanista y terapeuta Gestalt.

“Todo deja su huella y todo está presente siempre”

- Entrevista: Mario Martínez -

190 ENTREVISTA

 

A finales de los años noventa, un grupo de terapeutas de Barcelona decidió invitar a España a Bert Hellinger, públicamente reconocido como el padre de las constelaciones familiares. A partir de ese momento comenzaba una nueva forma de trabajar en las terapias de familia, con un método que no todos los terapeutas comparten o comprenden. En ese comienzo de camino se plantaba también Joan Garriga quien, desde entonces, en sus talleres, cursos y escritos ha remarcado una y otra vez que las constelaciones pueden desbloquear conflictos existenciales y familiares como ninguna otra terapia.


Joan Garriga Bacardi (LLeida, 1957) empezó en el mundo de las terapias como terapeuta y psicólogo de orientación humanista. Su formación incluye el paso por las teorías de Carl Rogers, el psicodrama, la bioenergética de Alexander Lowen, el análisis transaccional. “Es decir, todo un conglomerado de herramientas o métodos que estaban en este cajón de sastre llamado el Movimiento del potencial humano o la terapia humanista”, comenta Garriga. De todo ello, se sintió más seducido por la Gestalt, terapia en la que se especializó, creando enseguida el Institut Gestalt de Barcelona, y donde lleva muchos años junto a su equipo enseñando y formando gestaltistas.
Mientras bebe su primer té negro en una cafetería madrileña, sigue recordando aquellos comienzos: “Luego nos interesó la PNL (Programación Neuro Lingüística), que en cierto modo es como un desarrollo de lo principal de la Gestalt, de Virginia Satir. Ella también ha fecundado el trabajo de Constelaciones Familiares (CF) como si fuera la abuela de esta terapia. También Milton Erickson, que era un hipno-terapeuta y terapeuta magistral. Siempre hemos sido muy abiertos, muy eclécticos”.

 

Mario: Y así llegasteis a las constelaciones familiares.

Joan Garriga: Sí. Tal vez por azar, el trabajo de las constelaciones familiares llegó a través nuestro a España en el año ‘98, cuando me llegaron las primeras informaciones de los textos que se estaban traduciendo del alemán al español, de Bert Hellinger. Los leí y me conmovieron profundamente, y esto fue el motivo para invitarlo a que viniera a Barcelona en mayo del ‘99. Esa fue como la mecha que se prendió del trabajo de CF en España, y de hecho fue el primer taller que se dio en un país hispano parlante.

M.M.: Con tantas terapias en el cuerpo, ¿qué se considera usted?

J.G.: ¿Qué soy? Pues a veces no se qué contestar. Soy uno que ayuda, un terapeuta, y principalmente doy talleres llamados “de constelaciones”. Pero a la hora de trabajar con las personas uno hace todo lo que sabe. Aunque sí que digo que el trabajo sistémico, de ver las dinámicas familiares, las implicaciones, las lealtades, es tan apasionante, tal liberador, tan evolutivo, tan eficaz, que dan muchas ganas de hacerlo. No digo que una CF sea suficiente, para nada. Para la mayoría de las cosas es un ingrediente más dentro de un proceso de trabajo de una persona. Pero en poco tiempo se acerca muy claramente a núcleos significativos de lo que mueve el guión existencial de una persona. Lo que mueve el vínculo con los padres, con los hechos que han pasado en el sistema… Siempre tocas algo muy importante en una constelación.

M.M.: La psicoterapia sistémica trabaja con esos mismos elementos. ¿Qué aportan de novedoso las constelaciones?

J.G.: El método. La terapia sistémica se ha desarrollado en múltiples direcciones. Su hipótesis principal es que no basta con lo que hay adentro, con lo introspectivo, y ni siquiera basta con lo que me pasa a mí cuando me estoy relacionando con el otro. Sino que formamos parte de un sistema mayor que cuando yo me estoy relacionando contigo hay un mundo interno, un mundo relacional, pero hay una historia de vínculos con mis padres, con otras personas, que tienen que ver con lo que pasa entre nosotros.

M.M.: Y ahí entran las constelaciones familiares…

J.G.: Sí, porque cuando yo me estoy relacionando con mi madre, es importante lo que pasa entre ella y mi padre, o entre ella y sus padres. Virginia Satir fue de las primeras que empezó a trabajar con terapia familiar y desde la perspectiva sistémica. Luego hubo muchos otros autores, pero las ideas que sostienen el edificio de las constelaciones, son los órdenes del amor, de la jerarquía como sistemas humanos, de que cada cual esté en el lugar que le corresponde, de que hay estructuras en los sistemas familiares. Y de la importancia de incluir a los excluidos para que no hayan miembros fantasmas o miembros que tengan que rellenar a los excluidos. Y la idea incluso del equilibrio en el intercambio entre el dar y el tomar, son ideas que algunos autores sistémicos ya las habían desarrollado. El mismo Salvador Minuchin llamaba a su terapia “terapia estructural” que es una terapia del orden, de que cada quien esté en el lugar que le corresponde.

M.M.: ¿Y cuál es el aporte de Hellinger?
 
J.G.: Todas estas son ideas que Hellinger ha divulgado de una forma muy poética, muy conmovedora, muy espiritual, muy honda, que llegan a todo el mundo, y por eso el valor que tiene su trabajo. Pero lo específico de las CF es el método. Y este método también viene de Satir que creó una técnica llamada “Escultura familiar”. Luego otros autores hablaron no sólo de esculturas -que son fijas-, sino de “coreografías familiares” que son la forma como se comunican las familias. De todo esto se empezaron a hacer configuraciones familiares, y Hellinger le dio el toque propio con esta poesía y con esta teoría, sensibilidad y lenguaje espiritual y del alma que tiene tanta potencia.
 

M.M.: ¿En qué consiste el método del que habla?

J.G: El método es lo que nadie se había atrevido a decir hasta ese momento, y que sucede en constelaciones: que los representantes son capaces de vivir las vivencias de los representados. Esto es lo mas revolucionario.

Las profundidades de la familia

M.M.: Ese aspecto casi fenomenológico llama la atención, ¿pero puede también alejar a los más escépticos?

J.G.: Mi opinión es que el método en sí mismo es fácilmente criticable porque en este momento adolece de una explicación que satisfaga a la mente racional. Pero hay tanta gente abierta a comprensiones nuevas… Y lo que cuenta es si es útil o no lo es. Y hay mucha gente que se ha beneficiado de la utilidad de ver las dinámicas de su familia; de poder, por ejemplo, despedir lealtades desdichadas, poder integrar movimientos de vida, etc. Por eso yo creo que la gente respeta el trabajo de las constelaciones. Dicho esto, también hay que decir que a veces el trabajo está en manos de personas que abusan de un cierto sectarismo, de un cierto esoterismo inexplicable, de una cierta toma de poder, sin haber trabajado el lugar en el cual uno debe ponerse como terapeuta. Y esto en ocasiones tiende a desprestigiar el trabajo. O inclusive la idea extraña de que la constelación hace el trabajo sin que la persona tenga que hacer nada. En mi experiencia esto no funciona así, nada nos exime de tomar responsabilidades sobre nuestra vida. Y nuestra constelación es una forma de pensar, de sentir, y de poner en movimiento nuestros asuntos, pero luego los debemos tomar en nuestras manos. A veces existe un espíritu muy infantil, que busca maestros pseudo-iluminados para que hagan una magia y sus males sean resueltos, lo cual me parece una estupidez.

M.M.: Lo que no se puede cuestionar entonces, es la herramienta.

J.G.: Es que por otro lado hay una apertura, una comprensión mayor, un mundo de información que como herramienta hacen que sea privilegiada. No hay ninguna otra que con tan poco tiempo te permita una visión tan nítida de las profundidades de tus vínculos.

M.M.: ¿Qué buscan las personas en las constelaciones?

J.G.: Buscan resolver un problema, aclarar algo. A veces son asuntos muy hondos y complejos. Los grandes temas de la vida: los padres, los hijos, la pareja, la sexualidad, la muerte, las pérdidas, el éxito, el fracaso, la enfermedad, la soledad… Los temas de la existencia.

M.M.: ¿Puede contarnos alguno de estos casos?

J.G.: Por ejemplo, recuerdo a una mujer que perdió a su criatura en el quinto mes de embarazo. Eso le lleva a una distancia con el marido y no saben como manejar este duelo. La CF ayuda a percibir cuáles son los movimientos de unión, de desunión, del lugar que le dan a la criatura, de cómo le agradecen el tiempo que estuvo presente, de cómo la despiden, de cómo la sueltan, la entregan, de cómo se mantienen juntos y con fuerza… Otro ejemplo. Un hombre que tiene unas tierras como herencia del padre, pero no se atreve a gestionar, ni a hacerse cargo de ellas. Incluso tiene una fobia a ir a la zona donde están estas tierras. ¿Qué hay en el trasfondo? Que en toda su vida, por causas sistémicas, tuvo una relación muy difícil con el padre de manera tal que le resulta muy complicado tomar de él este legado. Una CF allí aclara cuál es la historia, qué es lo que pasó en la familia, cómo se explica esta relación entre el padre y el hijo, y cómo el hijo puede hacer un movimiento de rendición o de amor hacia el padre e interiorizarlo, incorporarlo.

M.M.: ¿Cuál sería el punto neurálgico de las CF?

J.G.: En el trasfondo de la mayoría de los problemas, tengan la gravedad que tengan, siempre se trata de algo que ha sucedido y que no ha sido integrado. Siempre. En casos de psicosis, de esquizofrenia, traumas sistémicos, guerras, violaciones, abusos sexuales, homicidios, están en el trasfondo. Un ejemplo: una persona que nos dice “cuando yo nací mi madre me dejó con mis abuelos”. Luego descubrimos que la madre también fue dejada con los abuelos. Esto es un trauma para la criatura, y la persona no ha podido hacer el proceso de poder integrarlo, de poder asumirlo, de poder hacerle espacio en el cuerpo y hacerse fuerte también con estas heridas.
Entonces, el punto neurálgico en CF, y también en una terapia, siempre es que se trata de algo de nuestra experiencia que no asumimos, una culpa que no queremos ver, una pena que no queremos mirar, un enojo que no queremos asumir… Pero sobre todo son hechos de nuestra vida que no han quedado integrados.

M.M.: Hechos inconclusos...

J.G.: Eso es. Hechos inconclusos. Pasó esto con el padre y ahí nos quedamos pegados; murió un hermano y más tarde tomamos la decisión de no vivir plenamente, por una especie de solidaridad con él… Siempre se trata de hechos, hechos, hechos… Que no han quedado integrados, lo que significa “amados”, reconocidos.

M.M.: El punto es que muchos de estos hechos han ocurrido en épocas donde la persona ni estaba presente, ni llegó a conocer a los actores de ese hecho.

J.G.: Sí. Hay asuntos de nuestra infancia, cosas que nos faltaron o nos sobraron, o heridas infantiles que hay que enfrentar también… Y luego están los asuntos sistémicos, porque cuando venimos a la vida nuestros padres ya tienen mucha historia, y los padres de nuestros padres… Y ahí hay un universo lleno de asuntos y de hechos, muchos muy buenos y que hicieron prosperar la vida hacia delante. Y otros que hicieron causar dolor o vergüenzas o culpas.

M.M.: ¿Y qué ocurre en esos casos?

J.G.: Y ahí la terapia sistémica o transgeneracional trabaja con la idea de que la persona escucha el eco y la resonancia de generaciones, no de lo que ha vivido en su vida. Es que lo vivido por los abuelos está en el cuerpo de los padres, y lo vivido por los padres esta en el cuerpo de los hijos. Se trata de un universo, un campo o un “alma” como la llama Hellinger, que no es un campo de voluntad, ni racional, es un campo atmosférico, es un campo energético. Todo deja su huella y todo está presente en todo momento.

M.M.: ¿Por ejemplo?

J.G.: Claro, traumas que han vivido los padres hacen que no estén disponibles plenamente para el hijo. O el hijo, percibiendo que el padre tiene el trauma de que fusilaron a su padre en la guerra Civil y que por eso no puede darse mucho, pasa a ocuparse del padre como si fuera “su padre”. Con lo cual esto es un trastorno.
La hipótesis de trabajo en CF es de que somos muchos, y que estamos en resonancia muchos con otros muchos, y que participamos de toda esta red y de los hechos favorables y difíciles de esta red. Y algunos nos alcanzan y de otros ya nos hemos liberado. Y los sistemas se hacen fuertes a través de la integración de hechos que fueron difíciles. No se pide que en un sistema no haya dificultades. Hay muertes, pérdidas, enfermedades, accidentes, devastaciones, adversidad. Pero cuando esta adversidad o devastación puede ser integrada, puede ser amada, un sistema se hace fuerte.

M.M.: Pero muchas veces ocurre lo contrario…

J.G.: Así es. Un ejemplo: “Es que perdí a mi madre cuando tenia tres años y entonces me convierto en una desgraciada toda mi vida”. O lo contrario: “Perdí a mi madre cuando tenía tres años, y por buen amor a mi madre luego genero fuerza para vivir una vida valiosa y de la que mi madre estaría orgullosa”.

M.M.: ¿Cómo es ese proceso de integración?

J.G.: El primer paso es abrir los ojos y mirar claramente algo. Y comprender la dinámica que comporta ese algo que no fue mirado. Y el segundo paso es abrir el cuerpo emocional hasta que se llega al dolor. Antes del dolor es posible que vengan enojos, culpas, vergüenzas. Pero en el trasfondo siempre esta el dolor, y cuando se lo toca, ahí generalmente ya viene un poco del amor y algo puede ser amado, reconciliado. Una CF hace una parte del trabajo, o a veces hace mucho del trabajo pero de una forma muy condensada, muy metafórica, y genera en la persona movimientos en esta dirección. Pero en muchos casos esto no es suficiente.

 

Repetir o no repetir la cultura familiar

 

M.M.:Patrones familiares, lealtad ciega, culpas. ¿Cómo salir de allí?

J.G.: Si lo traducimos al lenguaje gestáltico, hablamos de “introyectos”, es decir, algo que no hemos masticado, y que hemos incorporado como si fuera una voz propia que nos exige. Si incumplimos un introyecto experimentamos malestar y, con suerte, liberación. Si esto lo traducimos al lenguaje de las CF, hay lealtades familiares, lealtad a la manera de hacer, de pensar. Uno mantiene las lealtades a la manera de hacer del sistema; pero crecer, evolucionar, desarrollarse significa también crear formas propias. No sólo rendir culto a las formas del pasado, sino estar atraído por el futuro. Y es en el futuro cuando creamos formas nuevas; la creatividad está mirando al futuro, no mirando al pasado. Esto que es muy fácil de explicar en términos internos, es muy complejo. Porque uno quiere ser leal y fiel a esta cosa invisible del cómo se hacen las cosas en mi familia, y al mismo tiempo se siente atraído por cosas nuevas. Por ejemplo: si tú vienes de una familia donde entre tus padres y tus abuelos las parejas eran un campo de batalla, será un reto para tí tener una relación de pareja cooperativa. A veces inconscientemente tratarás de atraer un campo de batalla, porque así te sientes más leal y más perteneciente a tu familia y a la manera de tu familia. Pero si vas avanzando hacia una relación de pareja más feliz, más armoniosa, más respetuosa, por un lado sentirás que esto es una bendición, pero por otro a veces sentirás la mordida de la culpa. La culpa de que tú estás teniendo algo mejor que lo que tuvieron tus padres. Estás yendo más allá de lo que fue posible para ellos. Estás dejando atrás algunas lealtades, pero esto es lo que corresponde.

M.M.: En la educación de los hijos se puede ver claramente, cuando no queremos repetir con ellos viejos patrones de educación familiar que a nosotros nos hicieron daño...

J.G.: Sí, pero yo no estoy tan seguro de que eso no sea una lealtad oculta. Porque, es cierto, hoy en día lo que observo en el trabajo de CF es que los hijos reciben demasiada atención y energía. Sí podríamos decir de nuestra época y nuestros padres que no nos hacia ni caso, y que a lo mejor sufrimos un “déficit de atención”, y esto lo compensamos a veces con nuestros hijos, pero no deja de ser una lealtad al revés. “Yo te soy leal a tí tomándote como referencia de la poca atención que me diste y ahora estoy tratando de compensarla”. Pero esto es un poco paradójico, porque a veces nuestros hijos tienen que sufrir el déficit que tuvimos con nuestros padres. Si yo hubiera deseado mucha atención de mis padres y no la tuve, ahora se la doy a mi hijo. Pero a lo mejor mi hijo no necesita tanta, ni la desea tanto y piensa “¡qué pesado es mi padre!”. Lo veo mucho en las CF, padres que están completamente volcados en sus hijos y a lo mejor lo que necesitan los hijos para estar bien es que los padres estén más volcados en sí mismos…

 

Las órdenes del amor

 

M.M.: ¿A qué se refiere Hellinger con los órdenes del amor?

J.G.:Es una obviedad para la gente que el amor no garantiza el bienestar. Cuántos padres aman a sus hijos pero luego sus hijos toman coca, por decir algo. O pasan de los estudios, o tienen comportamientos que hieren a los padres. Cuántas parejas se quieren pero no logran estar bien. Lo que dice Hellinger es que para que el amor fermente o crezca en bienestar, en realización, necesita un orden. Él utiliza la metáfora de que el amor es el agua y el orden es el cauce: el agua sin cauce, se pierde.

M.M.: ¿Y cuáles son estos órdenes?

J.G.: Es muy sencillo. El primero es un principio de inclusión, de pertenencia. En un sentido existencial sería que “todo lo que es tiene derecho a ser”. Y nuestra mente personal, aunque pretenda negarlo, no lo consigue. Porque la realidad es imperativa frente a la mente personal, es soberana. Uno puede negar una muerte, pero la muerte está ahí, ocurrió. También se aplica al alma familiar, porque “todos los que pertenecen tienen el derecho a tener un lugar, a ser reconocidos, a ser dignificados”. Porque el alma no tiene un principio juzgador que diga “este merece, este no merece”. El alma es amorosa e inclusiva en sí misma. Quien pretende excluir es la mente personal, y lo que rechazamos nos complica la vida”. Se trata del proceso heroico de incluir, de hacer espacio, de inclinarnos ante toda la realidad: Si me tocó vivir un abuso, ¿qué voy a hacer con ello? Lo chungo es que sobre un abuso hay personas que edifican toda una vida desgraciada. Y digo: “¿Encima de que tuve un abuso, luego tengo que rendirle culto al abuso con una vida de víctima y una vida desdichada?” ¿No es demasiado regalo para este abuso? ¿No puedo sentir compasión por el niño que fue abusado y por el abusador, que debe vivir su culpa y su pena?
Hacer otros movimientos emocionales… Todo eso sería el orden del amor, de incluir, de integrar el hecho y los protagonistas que ya están incluidos en el alma. Debemos entender que lo excluido por la mente no desaparece, porque siempre se impone la ley del alma.

M.M.: Explicarlo parece muy sencillo...

J.G.: ¡Por supuesto! Y aquí llegamos al otro orden del amor: las personas están mejor cuando claramente están en el lugar que les corresponde. Los hijos están mejor cuando son hijos, cuando no tienen que sacrificarse por los padres, ni elevarse por encima de los padres. Pero esto a veces se revierte. Te cuento otro caso, por ejemplo: la madre que no se sostiene, está depresiva y el hijo lo que hace es elevarse por encima de ella, o pretende salvarla o la golpea para ver si despierta. Quiere decir que se pierde el estar en el lugar que a uno le corresponde; luego la tarea es ver cómo los padres pueden ser padres, los hijos pueden ser hijos, en la pareja ser igualmente adultos y uno al lado del otro, en el trabajo estar en el lugar que a uno le corresponde y no en otro… Porque no solo se trata de sistemas familiares sino de sistemas en general.

 

M.M.: Nos queda un orden más, el del sano intercambio...

J.G.: Así es. La vida está llena de intercambios, todos nos nutrimos con él, y entre adultos es muy importante que el intercambio sea equilibrado. Pero hay personas que tienen un guión de sentirse más cómodas teniendo a la gente en deuda, o por el contrario, un guión de súper generosas. Esto quita libertad, hay que tender al equilibrio. Entre profesionales, entre adultos, si no equilibramos este intercambio entre el dar y el tomar se establecen desniveles, desigualdades y uno se eleva por encima del otro. En la pareja, por ejemplo: uno da mucho y se eleva por encima del otro. Esto es un clásico además, la persona que en su familia aprendió el guión de “salvador” y se siente cómodo dando e incómodo recibiendo, sin darse cuenta de que dando tiene una situación de control o de poder sobre el otro, y no arriesga su vulnerabilidad. Y a lo mejor el otro viene de una familia donde tomó el lugar de víctima y está reclamando todo el tiempo que le den, y para mantenerse como víctima tiene que recibir pero no agradecerlo, y siempre parecerle que es poco o que no es de la manera adecuada, y tampoco devuelve. Y al final esto se convierte en un campo de batalla, y ni se miran a los ojos. Porque si tú estas en deuda con alguien no estás libre. Y si tú te sientes acreedor o con derechos o con obligaciones con alguien, no estás libre.

M.M.: Y hablando de los órdenes del amor… ¿Está todo en orden en Can Barça? ¿Se imagina haciendo un trabajo de constelación con el primer equipo de sus amores?

J.G.: (Ríe) ¡Ahhh, la verdad que me encantaría! Que alguna vez desde el Barça me llamaran y me dijeran: “Mira Joan, estamos en un atasco y necesitamos ayuda”. Se pueden hacer muchas cosas con dinámica de grupo desde la perspectiva de las constelaciones. Pero lo que yo haría, en primer lugar, es preguntarles cuál es el problema, cuál es la demanda, qué queréis lograr. ¿Y cómo lo haría? Pediría que estén presentes todos los implicados, desde el primer equipo hasta (el entrenador) Luis Enrique. Pero dependiendo de cuál fuese el problema, pediría también la presencia del director deportivo, o del presidente. Imagínate una sala grande donde estuvieran todos, jugadores y directivos, e invitaría a unas veinte personas para hacerlo en grupo. Los clientes estarían sentados y las veinte personas serían los representantes. Esto es delicado porque habría que ver quién lo demanda, y dependiendo de eso convocaría a una u otra persona. Difícil, complicado… Pero me encantaría hacerlo.


(N. del R. Seguramente todo es posible con las constelaciones, salvo encontrar a un representante que haga de Messi…).

Joan Garriga estará en Madrid en los próximos meses con talleres y cursos de formación.

Más info. en www.joangarriga.com - Facebook: joangarrigabacardi.

 

 

ACERCA DE DOKUSHÔ VILLABA

Nació en Bellpuig (Lleida) en 1957. Psicólogo Humanista. Terapeuta Gestalt. Introdujo a BERT HELLINGER en España. Imparte Formación en Constelaciones Familiares en toda España. Discípulo y Colaborador de CLAUDIO NARANJO. Formado en PNL, abordaje Ericksoniano y métodos escénicos y corporales. Co-creador del Institut Gestalt de Barcelona. Escritor.
Actualmente reside en Barcelona y sigue dirigiendo, inspirando y dinamizando el trabajo de ayuda, formación y crecimiento personal que ofrece el Institut Gestalt en sus distintas áreas. Joan Garriga aúna distintos abordajes en su trabajo y se muestra como un gestaltista integrador, impartiendo talleres terapéuticos y formativos de Constelaciones aplicadas a diferentes ámbitos –personas, parejas, familias, organizaciones- en las principales ciudades de España y Latinoamérica.

Mario Martínez

Es Periodista y Redactor de VerdeMente
Teraperuta de Yoga Tailandés de el Centro Mandala de Madrid 

Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.

Tagged under: Noticias
VERDEMENTE S.L. - 2019 - © Todos los derechos reservados