Logo

Cómo viajar en el tiempo

198 PABLO

Los viajes en el tiempo parecen privativos de la ciencia ficción, sin embargo, daremos aquí, algunas formas prácticas de poder llevarlos a cabo de forma simple y efectiva.
Vivimos en un mundo nítido, concreto, donde cada cosa es lo que es, inequívocamente.
Desde pequeños se nos va enseñando a afirmarnos en creencias y certezas, entre ellas la de que qué es lo que somos, qué se supone que debamos ser, y cómo entender lo que nos va pasando. Todo ello crea una cristalización de una determinada realidad posible, la cual sustentaremos por el resto de nuestra vida, y de la que no nos apartaremos ni un milímetro, por más sufrimiento que nos cause.
Ahora, imaginemos que Juan, un oficinista de una gran ciudad, con sus problemas y presiones, quien vive en un mundo acelerado y estresante, en el que los días parecen escurrirse como agua entre los dedos, en un viaje de vacaciones, naufraga y acaba en una isla desierta, con otros viajeros, en la que permanece unos 10 años. Durante esos años, para el Juan de la isla, el tiempo parece pasar muy lento, ya que no está sometido a las presiones cotidianas, y porque su rol, su papel aprendido, ya no es tal en dicha isla.
Cuando regresase a la civilización, sentiría que, para los demás, los del mundo, el tiempo parecería haber pasado muy rápido, muchas cosas habrían sucedido en su ausencia, pero, para él, el tiempo parece apenas haber pasado, y, sin embargo, ha tenido tiempo de sobra para sopesar posibles acciones futuras, y para redefinir cómo entendía a su propio pasado, lo cual, le permite, al regresar, implementar la mejor forma de actuar hacia futuro, y la mejor forma redefinir su pasado, lo cual también repercutirá en su futuro.
Vamos a ir un paso más allá ahora, y vamos a imaginar que Juan, no ha naufragado nunca, sino que, vive simultáneamente en la isla y en la ciudad, con lo cual este proceso de aporte de posibilidades de decisión, existe todo el tiempo, es decir, Juan existe en varios niveles o dimensiones a la vez (ciudad e isla).
Una de estas dimensiones es, cómo dirían en la física, en forma de partícula, como un fulano con características definidas en una ciudad, y, la otra, como ondas, como posibilidades (la isla).Si navegamos en el Titanic, y, un iceberg emite ondas (oleaje), debidas al océano que golpea contra él, y tenemos un sensor de ondas, podremos evitar la consabida catástrofe de chocar contra tamaña masa de hielo, pero, si carecemos de tal sensor, probablemente notaremos al iceberg, sólo unos metros antes que, inevitablemente, choquemos contra él.
Pero, ¿qué es este sensor? Pues es el puente, la conexión con cada objeto, las ondas que recibimos como posibilidades (ya que nos llegan de todos los objetos existentes), y nos permiten elegir virar hacia un lado u otro. Y ¿cómo podemos desarrollar tal cosa?
Bueno, el budismo tibetano habla del Bardo, los hindúes del Antarbhava, los musulmanes del Barzaj, y los cristianos del Purgatorio, todos ellos son “estados intermedios”, pero no sólo post-mortem, sino también a cada momento de nuestra vida.
Cada vez que mi imagen personal (yo nítido) cae, sea por un accidente, un insulto, una enfermedad, o el peligro, es decir, cada vez que algo hace que mi certeza de saber quién soy se tambalee, surge lo que llamamos Bardo, un estado borroso, disuelto, en el que todo parece quedar en un limbo hasta que…

Hasta que nos volvemos a re-constituir, a volvernos nítidos otra vez...con lo cual seguimos como estábamos, tomando decisiones sólo por la inercia de nuestro pasado, el cual nunca es re-definido de maneras más apropiadas.
Todas las prácticas meditativas, chamánicas, rituales, apuntan a disolver el yo nítido, a volverlo borroso, sea a través de la concentración, plantas sagradas, respiración, o consciencia alerta durante el día, con lo cual, se propicia al estado borroso, el puente con nuestro yo de la isla, el yo borroso.
Cuando esto ocurre, no hace falta visitar a nuestro yo de la isla e invadir o controlar su mundo, sino solamente habilitar el puente, el portal, conscientemente, y mantenerlo abierto, y, al hacerlo, la información de todos los posibles y mejores futuros (ondas), pasarán automáticamente a nuestro yo de la ciudad (partícula), permitiéndole elegir los futuros (decisiones) y pasados (redefinición de recuerdos) más acertados.
A veces acudimos a un vidente que lo hace por nosotros, ya que, un “yo de la isla”, puede conocer todos los pasados y futuros, no solo propios, sino los de todos.
Sin embargo, nosotros mismos podemos hacerlo, ya que vivimos aquí y ahora, pero también en todos los sitios y todos los tiempos posibles, pasados y futuros a la vez.
¿Cómo podemos abrir y mantener abierto éste portal temporal?
Haciendo prácticas que potencien, resalten, y mantengan la visión borrosa.
Existen seis Bardos que podemos potenciar según los tibetanos:
•    El Bardo de la vida cotidiana
•    El Bardo del soñar
•    El Bardo de la meditación
•    El Bardo de la clara Luz
•    El Bardo de los Arquetipos
•    El Bardo del devenir
Sin embargo, todos ellos se resumen en:
Detente y ensancha cualquier estado intermedio mediante el hacerte consciente de él, sin intentar controlarlo, sino sólo permaneciendo en él.
Por ejemplo:
Atestigua:
•    Cualquier emoción que surja, sin intentar explicarla o justificarla;
•    El proceso de quedarte dormido y el de despertar;
•    La pausa entre respiraciones al meditar;
•    Cuando algo absurdo ocurre;
•    Durante emociones fuertes como el orgasmo o el dolor;
•    Al observar arte onírico (abstracto) y al soñar;
En todas estas ocasiones, si aprendes a aprovecharlas todas las veces que ocurran, verás como, por influencia de lo borroso en tu vida, tu sólido yo, comienza a relativizarse, y ya no afirmas cosas categóricamente, unívocamente, sino que, comienzas a decir:
•    Quizá;
•    Tal vez;
•    Puede ser;
•    Vamos a ver;
•    Por ahora;
Tu mundo ahora, ya no es un mundo de certezas, sino de posibilidades, y, entre más practiques esto, más verás surgir en tu vida una especie de inteligencia intuitiva, que te guiará hacia las decisiones más adecuadas de cara al futuro, y a la vez, hacia las mejores formas de redefinir tu pasado, requisito imprescindible para poder cambiar tu futuro.
Puedes, si lo deseas, hablarle a ese “yo de la isla”, ya que es una forma válida de conectarte con él (tu).

Como siempre te digo… !!!Pruébalo y maravíllate!!!

 

Tagged under: Ramiro Calle
VERDEMENTE S.L. - 2019 - © Todos los derechos reservados