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Año Nuevo ¿Vida Nueva?

219 ILUS JUANCHOPasó la Nochevieja y comenzó el Año Nuevo. Hemos celebrado el final del año que ha quedado atrás y el inicio de este nuevo año que se abre ante nosotros lleno de posibilidades. Nuestra idea de tiempo es lineal, como parece ser nuestra existencia, que va sumando minutos, días, noches viejas, años nuevos. Como en una película que va sumando fotogramas, planos, frases y escenas, hasta que (igual que en nuestra propia vida) tarde o temprano llegamos al inevitable final. El Tiempo parece así una apisonadora existencial en forma de reloj de arena que a la vez que va sumando va restando, hasta que irremediablemente todo se acaba. Por eso este regalo efímero que llamamos Vida o Tiempo es tan valioso y por ello se nos insta constantemente a aprovecharlo al máximo, en lugar de a malgastarlo con tareas sin fin y con distracciones infinitas. No es de extrañar que por este motivo en los retiros Zen se recite frecuentemente: "Nacimiento y muerte son un asunto serio. Todo pasa deprisa. Estad siempre vigilantes. Nadie sea descuidado. Nadie olvidadizo".

La idea de Vida, como algo amplio, cuando se cruza con la idea de Tiempo, como algo limitado, da como resultado la idea de Oportunidad. Por ello desde la antigua Grecia se habla de dos concepciones de tiempo muy diferentes: Chronos y Kairós. Chronos se corresponde con el tiempo lineal, imparable, que podemos medir en minutos y organizar en nuestra agenda. Este es un tiempo que se refiere a la cantidad. Sin embargo, Kairós se corresponde con el tiempo como posibilidad, con el aprovechamiento de ese instante perfecto que no se puede medir, solo se puede experimentar, pues no tiene que ver con la cantidad sino con la cualidad. A Chronos lo vemos todos continuamente, no hay más que mirar el reloj o el calendario. Pero Kairós resulta más difícil de ver, pues está más relacionado con la intuición y con cómo el tiempo puede convertirse en una Oportunidad para la transformación.
Podemos pasarnos la vida llenándonos de tareas y parloteando mientras esperamos que el día acabe, que llegue el viernes, o que "esto termine" y llegue "lo siguiente". O podemos abrirnos en cuerpo y alma a la experiencia para dejarnos atravesar por la posibilidad de despertar, evolucionar, transcender. Chronos es la línea horizontal que avanza hacia adelante, Kairós es la línea vertical que la atraviesa. Chronos y Kairós están creando constantemente un cruce dinámico "tierra-cielo" que pone límites en el Aquí y abre posibilidades en el Ahora para que se despliegue todo el potencial de la existencia en este preciso instante.
La apasionante aventura del Zen es precisamente una invitación a colocarme, reconocerme más bien, en el centro mismo de esa cruz tierra-cielo, Chronos-Kairós, en la que mi existencia y la existencia en su totalidad pueden revelarse no como algo que sucede "ante mí" sino como algo que está en mí, que soy yo, y a cuyo misterio y dinamismo puedo despertar instante tras instante.
Cuando aprecio mi nacimiento porque asumo que un día moriré y por lo tanto valoro plenamente el regalo de esta vida, cuando estoy atento y no vivo de forma descuidada y olvidadiza, el tiempo no se mide en segundos, días o semanas, sino en oportunidades para abrir los ojos, despertar, atreverme, comprender, desprenderme, dar el salto, agradecer. Entonces la vida no me llama la atención con las doce campanadas de nochevieja sino que simplemente me da una campanada, siempre en el momento oportuno, normalmente cuando menos me lo espero, y siempre en el corazón. Y me susurra: "¡Ahora!", "¡Eso es!", "¡Sí!", "¡Oh!". Y entonces parece que Chronos ha hecho el trabajo necesario para llevarme hasta este preciso instante y por eso ahora Chronos parece detenerse, la vida se abre y todo puede tomar otra dirección. Se ha puesto en marcha Kairós, se descubre ese momento de oportunidad reveladora en el que la vida nos muestra la puerta hacia lo realmente nuevo, no porque la vida sea nueva sino porque se han renovado los ojos que la ven.
La Vía del Zen es un camino para despertar al aprecio por la vida en su totalidad, instante tras instante, apreciando así el valor del presente y de su potencial de transformación. Cuando entendemos la vida y el tiempo de esta manera, cuando yo asumo mi vida y mi tiempo como una oportunidad, entonces no solo descorcho una botella de cava al oír las doce campanadas en nochevieja sino que a cada instante yo soy la botella y, si me entrego sin miedo, la vida misma puede descorcharme y mostrarme que un año nuevo, una vida nueva, me están esperando a cada instante, si yo me renuevo por dentro y aprovecho la oportunidad.

Juancho Calvo

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