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Heike Freire, educadora y escritora

Heike Freire, educadora y escritora

“Educando en Verde”

- Entrevista: Mario Martínez-

203 ENTREVISTA

 

Debemos de aprender a estar en armonía con la naturaleza y con nosotros mismos. Llegar a un equilibrio que nos permita desarrollarnos en todos nuestros sentidos. Heike Freire nos enseña los pasos para poder conseguirlo, educando a niños y niñas para que el medio natural sea su espacio de conocimiento y aprendizaje. Ese equilibrio será posible si todos pensamos algo más en verde.

Mario Martínez Bidart: Las filosofías orientales hablan desde hace miles de años de la necesidad de estar en armonía con el universo. ¿Cuál es tu visión de este concepto?

Heike Freire: Creo que el ser humano nace en armonía con ese Universo. El problema es que nuestra cultura occidental se ha ido desviando de esa armonía y configurando un ser humano que se siente “cortado” del resto de la vida.
En el tema de la atención, los psicólogos cognitivistas distinguen diferentes tipos: entre ellos estaría la atención dispersa que siempre se califica con denominaciones negativas, por ejemplo como un niño o una niña mira una mosca. En cambio, la psicología ambiental hablaría de atención difusa o atención concentrada, esta última sería centrar el foco de atención en un acto concreto, por ejemplo leer un libro. En cuanto a la atención difusa, se entendería como estado natural del ser humano, no solo en la psicología ambiental, sino también en la cultura oriental. Por ejemplo, ese tipo de atención se puede aplicar en la meditación, ya que cuando se medita se abre el campo tu campo atencional y a través de todos tus sentidos conectas con lo que hay.
El cerebro de los niños al nacer se encuentra en estado de ondas Alfa, que son las mismas que se producen cuando estamos en estado meditativo. En cambio cuanto te centras en una atención focalizada cierras la información que te llega por los sentidos internos y externos para centrarte en una cosa.

M.M.B.: Podemos ver esa actitud “anti-natural” en hábitos cotidianos como los horarios de trabajo-descanso o los alimentos que elegimos que muchas veces no son ni del lugar ni de la estación del año en la que estamos… ¿Qué opinas?

H.F.: Nuestro estado natural es el estado de conexión y armonía entre lo de dentro y lo de fuera, y es desde esa presencia y esa inocencia que nosotros podemos decidir lo que nos viene bien y mal. Lo que puede suceder, es que cuando vivimos “cortados” construimos todo un mundo artificial que no está en armonía con lo que somos, hábitos de descanso cortos, alimentos no adecuados… Cuanto más “cortado” estamos de esa conexión con la vida, el universo y con nosotros mismos, más nos alejamos de lo que nos conviene, y menos capaces somos de elegir lo que necesitamos, construyendo un mundo que es perjudicial para nosotros.

M.M.B.: ¿Qué países tienen un desarrollo avanzado del modelo de educación en verde? ¿La iniciativa ha nacido de las instituciones o es simplemente un hecho cultural que la población de estos países asume como algo natural?

H.F.: En España hubo una tradición con la Institución Libre de Enseñanza, y con el krausismo a principios del siglo XX con la llegada de corrientes de pensamiento del norte de Europa. España fue uno de los países pioneros en la Escuelas Bosque. La primera que existió fue en Barcelona en 1914 y luego en Madrid en 1916, fue una corriente educativa que se cortó con la Guerra Civil. En cambio, en los países nórdicos esta corriente se mantuvo y siguió su desarrollo. Tienen una tradición de mayor conexión con la naturaleza en cualquier época del año.
En la actualidad hay un movimiento de pensamiento que se ha arraigado en Europa Occidental, Canadá, EEUU, e incluso en Oriente. En Europa los referentes serían los países nórdicos, junto a Alemania y Escocia.

M.M.B.: Hasta que ese libro llegó…

H.F.: Así es. El libro de Bruce Lipton, La biología de la creencia, me lo había recomendado Ainoa, una mujer que tenía una preciosa librería en Barcelona llena de fascinantes libros especializados en crecimiento personal, autoayuda, medicina alternativa, psicología, etc. Me dijo "este libro es para ti". Como en aquel momento lo compraba casi todo, me lo quedé aunque el título no me convencía mucho; la biología y yo no nos llevábamos muy bien desde el colegio, pero igualmente le di las gracias y lo compré. Estuvo conmigo tres años y no fue hasta que me arruiné que me despertó la curiosidad suficiente como para pasar por alto ese trauma del colegio. Lo leí y entendí muchas cosas, empecé a cambiar: en tan solo dos años iba a buscar a Bruce Lipton al aeropuerto, lo que hacen los cambios de creencias...

M.M.B.: Concretamente, ¿qué actitud deberíamos tomar para seguir el espíritu ambiental de estos países?
H.F.: Tenemos la tendencia a mirar lo de los demás, y despreciar lo que tenemos en vez de cultivarlo. Deberíamos prestar más atención a lo que tenemos próximo y afianzar sus cimientos. La naturaleza es diferente en cada sitio, en España no sucede como en Escocia. No hay bosques por lo general a veinte minutos de tu casa, pero hay otro tipo de naturaleza y hay que saber apreciarla y valorarla, un desierto es naturaleza, una dehesa.

M.M.B.: El aumento de la capacidad reflexiva es sólo uno de los beneficios del contacto con la naturaleza. ¿Qué más beneficios tendría los niños en un modelo de educación en verde?

H.F.: En el tema del contacto con la naturaleza hay experimentos desde los años noventa en psicología ambiental en los que queda comprobado que es, en un entorno natural, donde los niños se desarrollan mejor. Llevamos desde el inicio de la evolución desarrollándonos en función del entorno, y nuestro sistema se ha ido diseñando para adecuarse a él. Por ello, el medio y el contacto con la naturaleza es tan importante en los primeros años de vida, obteniendo beneficios a todos los niveles: psicomotor, sensorial…
Los niños y las niñas en la naturaleza estimulan todo el sistema sensorial, que hay que entenderlo como una unidad. Cuando está estimulado a la vez en todas sus partes, es cuando mejor se desarrollan en un entorno que puedan ver, oler, escuchar, tocar… En cambio, en un entorno artificial como un aula, únicamente tenemos estímulos visuales y auditivos (la profesora hablando, la visualización de la pantalla), atrofiando el resto de los sentidos, el gusto, el tacto… e incluso los sentidos internos.
Consecuencia de este desarrollo sensorial, es una mayor inteligencia, una mayor capacidad de concentración. Está comprobado que cuando su atención está limitada en el aula durante ocho horas y salen al exterior, recuperan la capacidad de atender porque recuperan la atención difusa, que hace que sus sentidos se activen totalmente. Todos los indicadores demuestran que los niños y las niñas que tienen la oportunidad de crecer en un espacio natural, se desarrollan mejor, más tranquilos y relajados. La clave es que diariamente estén en contacto con la naturaleza en libertad. En la actualidad tienen todo el tiempo dirigido por alguien, no les pertenece su propio tiempo. Hay que conseguir que niños y niñas el día de mañana sean responsables de sus vidas, hay que tratar de enseñarles a tener iniciativa, no a orientarles constantemente en lo que tienen que hacer y cómo hacerlo.

M.M.B.: Haces referencia a la relación entre los espacios interiores y exteriores. ¿A qué te refieres concretamente?

H.F.: La Innovación Educativa es en este momento un pensamiento en desarrollo, no sólo desde que se editó mi libro (Educar en Verde), sino que ya existía una demanda social que cada vez es mas importante. En esta corriente, los espacios –exteriores e interiores- son importantes existiendo una gran cantidad de posibilidades, desde organizar salidas, crear escuelas infantiles en los bosques… Pero hay que tener en cuenta lo que contamos son con edificios en ciudades que hay que adaptar. La realidad de España es que no hay tantos bosques, y en muchos caso el desplazamiento a ellos no sería sostenible. La solución la tenemos en transformar nuestras escuelas. Primero haciendo que esa institución tan cerrada al exterior comience a abrirse, ampliando su relación con lo de fuera, como por ejemplo, los parques cercanos los espacios abiertos. Pero también que la propia estructura de la escuela sea más flexible, esto significa ir transformando los espacios exteriores, como los patios de cemento.

M.M.B.: En la práctica, ¿cómo se lleva la educación de la ciudad a la naturaleza? ¿Cómo se pasa del patio de cemento al bosque?

H.F.: Como ya he comentado tenemos que adaptarnos a lo que tenemos en las ciudades, esto no significa que no haya que crear otras nuevas, sino que hay que transformar las que hay. En esos patios de cemento, como mucho suele haber un espacio marcado para practicar futbol o baloncesto. En tal caso, ¿qué hacen aquellos niños o niñas que no quieren practicar ningún deporte? Tienen que adaptarse a los espacios que deja libre esa cancha.
Hay que transformarlo para convertirlo en un espacio de contacto con la naturaleza. Ya se va viendo como esos patios de cemento se van transformando en bosquecillos en huertos, en granjas, jardines, lugares para estar en contacto con el medio natural. Estos espacios incluso pueden ser utilizados los fines de semana por familias para disfrutar de la naturaleza. Esto no solo beneficia a la escuela, sus alumnos y familias, sino también a la comunidad con nuevos espacios verdes.
Una vez realizada la transformación, ya no se van a usar media hora al día como antes. Se pueden convertir en un espacio de aprendizaje. De esta forma las paredes del aula se hacen mucho más flexibles, y se puede cambiar la manera de aprender y enseñar. Desarrollando proyectos, dinámicas, atendiendo a las motivaciones de los niños y las niñas, y su propia conexión con esa naturaleza interna que les servirá de guía para determinar cuales son sus autenticas necesidades y poder responder a ellas. Esto desarrollará el sistema de aulas abiertas, con métodos de trabajo totalmente diferentes, que revolucionan la estructura de la institución escolar convencional. Todo esto está “dinamitando” el sistema convencional de la escuela y permitiendo que nos podamos acercar hacía una educación verde en el doble sentido de la palabra. Por una lado, una educación más en contacto con la naturaleza como medio y también mas coherente con la naturaleza humana.

M.M.B.: ¿Cual ha sido tu experiencia pedagógica con padres y niños en la naturaleza? ¿Cual ha sido la respuesta de los educadores que han pasado por esta experiencia?

H.F.: Desde hace años, trabajo tanto con padres como con maestros. Hace diecisiete años que comencé el trabajo con los padres (sin niños), pero me di cuenta que el entorno con la naturaleza ayuda al trabajo formativo. Y desde hace siete años, salimos al entorno natural trabajando la relación padres e hijos. Ayudando así, a estrechar mucho más los vínculos entre padres e hijos.
A los educadores se les forma en la facultad a mirar siempre hacía fuera, “cómo aprende el niño”, “cómo lo hace…” y ellos mismos no se tienen en cuenta. Trabajar este aspecto les suele sorprender. Lo primero es que el educador conecte consigo mismo y con la naturaleza, y descubrirse como personas, para dejar de estar borrado del proceso educativo, ya que está implicado en él. Otro aspecto que se enseña, es el cambio de la visión del oficio de pedagogo. Cambiar el cómo “tengo que hacer que el otro haga”, “tengo que hacer que el otro aprenda”, se transforma en un papel mas de acompañar, de propiciar, de favorecer, tratando de ser un medio en el proceso de aprendizaje, manteniendo la autonomía y control de su propio aprendizaje al alumno.

M.M.B.: ¿Cuáles son los aspectos de la educación son alcanzados por la pedagogía verde? ¿Qué podría o debería modificarse, según tu opinión para que ello ocurra?

H.F.: La pedagogía verde alcanza todos los aspectos de la educación. El rol del maestro está cambiando y tiene que cambiar todavía más. El punto importante es que la estructura de la educación tiene que cambiar junto con la materialización de la institución, a través de los contenidos para que se acerquen más a la vida, los educadores. Y aunque algo está cambiando son las administraciones las que tienen que modificar las leyes, para adaptarse a lo que la gente está demandando. La esencia de lo que estamos enseñando a los niños y a las niñas es que cuando ven un bosque en vez de ocurrírseles un poema ensalzando la belleza de lo visto, lo que ven son los kilos de madera que se van a obtener. Para poder cambiar eso hay que modificar el enfoque de lo que se les enseña.

M.M.B.: En “El último niño de los bosques”, Richard Louv nos recuerda el concepto de “Déficit de naturaleza”. ¿Como influyó esto en tu trabajo de investigación?

H.F.: Richard Louv, junto con muchos otros, es unos de los investigadores que me han inspirado en el desarrollo de mi trabajo. Él acuñó el término “déficit de naturaleza”, que está en discusión entre los investigadores de psicología ambiental, que lo entienden como un trastorno y lo quieren categorizar como tal. Pero Richard Louv, en su libro El último niño de los bosques, dice que no está intentando afirmar que hay un trastorno nuevo, sino lanzar una hipótesis para explicar lo que está pasando en la infancia ahora mismo. Lo que hay que conseguir es llevar a los niños a una vida más orgánica, más en conexión con lo que somos.

M.M.B.: Sin embargo, parece que tú y Louv no comparten la misma simpatía por la tecnología. Tu hablas a veces de “arresto tecnológico”.

H.F.: Richard Louv, es de la opinión que cuanto más tecnología tenemos más necesitamos la naturaleza. Yo creo que este compromiso en la configuración actual es difícilmente posible. Algunas investigaciones afirman, que estando en un bosque virtual, proviniendo de un entorno muy artificial, en el que la simulación va a tener efectos mas beneficiosos que el estar en un bosque real. La explicación es que cuanto más nos alejamos de la naturaleza menos la necesitamos. Nuestro organismo está creado para adaptarse, y por tanto, cabe la posibilidad de poder vivir en un mundo totalmente tecnológico.
Esto se contradice con la mayoría de los estudios en los que al cambiar del contexto artificial por el natural es cuando se producen mejoras. Habrá que llegar a un equilibrio entre la vida y la tecnología, ésta debe estar al servicio de las personas y no al contrario, y llegado ese momento se deberá pensar en que tecnología se debe usa y como.

 

M.M.B.: Las madres suelen repetir que “los niños se aburren”, por eso tiran tanto de la tecnología que lleva, entre otros hábitos, al sedentarismo...

H.F.: A lo largo de la historia se han creado métodos que han utilizado las madres para que los niños y las niñas estuvieran quietos, para que ellas puedan hacer tareas, pero siempre es difícil. Los padres tienen miedo a que un niño se aburra, ya que si se aburre se tienen que ocupar de él. El método es ponerle delante de la pantalla. Es el único elemento que ha conseguido que muchos niños se queden quietos. El problema es la desconexión que sufre el niño al estar delante de la pantalla, ya que se aísla del entorno.

 

M.M.B.: ¿Y cuál es la “perla de la ostra”?

H.F.: José Bergamín escribió: “el aburrimiento de las ostras produce perlas”. Eso sucede cuando estás en contacto con ese vacío que es la vida. Al tomar conciencia de ese vacío, que es: no saber qué hacer ahora, es el momento en el que aparece la perla. Ésta es la capacidad de crear del ser humano. Si un niño o una niña supera ese momento de aburrimiento es cuando surge la perla, es el momento en el que la creatividad y la imaginación emergen. Y si les pones delante de una pantalla estás impidiendo que esa ostra la produzca.

 

M.M.B.: ¿Además de “Educar en Verde”, qué otros libros has editado?

H.F.: El siguiente libro fue ¿Hiperactividad y déficit de atención? Otra forma de prevenir y abordar el problema. Trata de presentar el porqué está habiendo este problema entre los niños y las niñas, y todas las causas que provocan tantos diagnósticos. Ahora estoy trabajando en otro que se titula Una educación natural, que va una poco mas allá de desarrollar una educación en armonía con la naturaleza, tanto dentro como fuera. Es decir, ayudando a mediar pero sin dirigir, y si realmente se utiliza un espacio abierto de forma adecuada.
La naturaleza no es un objeto para “tu” beneficio. Está llena de seres vivos a los que tenemos que aprender a respetar, a conocer y a relacionarnos con ellos, bajándonos de la dominación y el control, e iniciando una relación más igualitaria y de cuidado.

 

 

 

ACERCA DE HEIKE FREIRE

Estudió Psicología y Filosofía en la Universidad de Paris X (Nanterre) donde vivió 10 años y trabajó como asesora de proyectos para la administración francesa desde el Instituto de Educación Permanente de Paris. En la estela de Jacques Piveteau, y colaborando con Etienne Verne, profesor de Pedagogía en la Sorbona (creador junto a Ivan Illich la Universidad de Cuernavaca en México), se especializó en innovación educativa.
De vuelta en España desde 1998, inició su andadura como educadora, consultora, periodista y escritora. Ha promovido iniciativas de educación libre y democrática, formando a padres y maestros, acompañando a niños y niñas en sus procesos de crecimiento. Es autora de más de un centenar de artículos sobre infancia, "Educar en verde. Ideas para acercar a niños y niñas a la naturaleza" (Graó, 2011), e "¿Hiperactividad y déficit de atención? Otra forma de prevenir y abordar el problema" RBA, 2013). Ha coordinado la obra colectiva "Infancia y adolescencia" (Wolters Kluwer, 2012). Actualmente, imparte conferencias por todo el mundo y asesora a padres, escuelas y organizaciones en sus proyectos de innovación.
www.educarenverde.blogspot.com.es

Mario Martínez Bidart

Es Periodista y Redactor de VerdeMente
Teraperuta de Yoga Tailandés de el Centro Mandala de Madrid 

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