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Verano con propósito

¿Qué temperatura propicia sentirnos muy felices en pareja durante el verano? 

Es una percepción condicionada por los significados que demos a la estación. Dependerá de la persona, de su cultura, y especialmente, del clima de relación que hemos creado durante la primavera.

Nací en Barranquilla, en una ciudad de verano, donde el calor es lo habitual. Sin embargo, en países con estaciones, como ocurre en España donde vivo, su intensidad depende de elegir pasarlo en la montaña, o en la playa; más al norte o más al sur.

La temperatura de la relación, no obstante, se ve afectada por el calor con independencia del sitio a donde vayamos. Un clima agradable, que nos hará muy felices compartiendo y que propicie la comunicación, es posible si en Primavera hemos renovado el propósito de estar juntos.

Cuando llegamos al verano un poco tocados por la estación anterior, creeremos que a la relación le falta algo. Esto da lugar a un proceso de incomunicación. Y es así como el calor, en vez de generar consciencia, nos sumerge en la obsesión del desierto. Un proceso en donde damos la espalda a la unión.

Yo te puedo entender si tengo presente qué nos une y cuál es el propósito de estar juntos. Esto pide una renovación diaria. Sin embargo, nos relacionamos por inercia en vez de aprender cada día a preguntarnos: ¿cuál es el propósito de este encuentro?. La consecuencia es vivir sin visión. Es cierto. No tenemos el hábito de hacerlo.

Sin embargo, hay una estación que nos empuja a conocer el propósito de nuestra existencia, y cuando llega el final de la primavera es mucho más fuerte esa llamada. Lo sabemos al querer tener respuestas de cosas que nos inquietan.  Puede que entonces reflexionemos, revisemos, o en su defecto, empecemos a darle vueltas a los pensamientos con cierta angustia.

Para descubrir los propósitos vitales es mejor hacerlo con otra persona. Las creencias suelen enmarañan la consciencia y nos alejan de ver la dimensión del propósito por uno mismo. Lo que creemos viene a la mente para llenar de trampas el camino de introspección.

Cuando se olvida el propósito o no se conoce, la relación pasa continuamente por la montaña rusa de las expectativas que van haciendo más fuerte aquellos pensamientos que nos limitan. Concluimos que la otra persona está en nuestra vida para no darnos lo que necesitamos.

La percepción que nos embarga en esos momentos es que nuestra pareja nos frena en el camino, o que tendría que cambiar; tendría que ser de una manera diferente que nos facilite el poder seguir adelante. Una premisa que no depende de nosotros.

Esta percepción es diferente cuando hay un propósito compartido en pareja que es el resultado del autoconocimiento y de un proceso orientado a conocerse. Entonces la comunicación tan propia del verano, es lo natural. Un paso más en un camino previo: sé lo que quiero, sé quién soy, y conozco cuál es mi propósito. Sumamos el tuyo y el mío.

Lo que nos digamos en pareja a partir de ese momento sumará de verdad, aportará valor, y nos estimulará a mirar la vida de otra manera. El resultado se aprecia en las cosas sencillas, en las pequeñas decisiones, en las conversaciones más inesperadas.

Cuando estos pasos se desconocen, lo que hacemos es hablar por hablar. Restamos contenido a lo que .decimos y nos vamos aburriendo día a día de estar juntos.

Reconozco que estando a gusto en muchas ocasiones no caemos en que nuestras palabras son las responsables de crear el clima para comunicarnos y que además son poderosas al generar valores en las personas.

Sé que no es fácil. Yo misma soy una aprendiz de vivir y hablar con propósito. Y sintiéndome muy feliz o a gusto, en ocasiones se me olvida que mis palabras tocan el alma de las personas, y que nuestro encuentro es importante. Una oportunidad para experimentar algo sagrado aunque parezca fortuito.

Afortunadamente muchas otras veces también he comprobado que se puede estar a gusto y consciente de lo que se vive. El resultado en pareja es mágico.

Muchas situaciones de incomunicación son una consecuencia de hábitos de despropósito. Es por ello que cuando lo que haga, diga, o creamos que siente nuestra pareja nos quita la paz, conviene considerar la situación como un aviso para encontrar rápidamente el propósito. Resolviéndolo primero en uno y después con el compañero/a.

Mi deseo es que tengamos un verano que haga crecer el propósito de estar juntos. Hasta pronto

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