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RAFAEL NAVARRO

RAFAELVIAJES SAGRADOS
Experto en psicología transpersonal, formado con Stanislav Grof y con Juan Ruiz. Responsable de Inkarri desde 2005, y en relación directa con el Monasterio Tibetano de Gaden Shartse, ha realizado viajes iniciáticos por medio mundo. Estudió una ingeniería y realizó un master en Estados Unidos, trabajando como consultor y formador en desarrollo de organizaciones y personas. Tiene un marcado interés por la comunicación, la sanación natural, el autoconocimiento y los viajes, tanto interiores como a culturas ancestrales. Realiza entrenamientos sobre sueños, muerte y renacimiento, chamanismo esencial, con acceso a estados ampliados de consciencia usando música y respiración.

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Hampi, la cuidad perdida

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¿Imaginas cientos de palacios y templos entre la selva, tres de ellos inmensos, un río con elefantes, una ciudad perdida?: eso y más, es Hampi, en India, declarada patrimonio de la humanidad. Está en Karnataka, y aún no hay vuelos ni aeropuerto cercano. Steven Spielberg y George Lucas la hicieron escenario de Indiana Jones en su aventura por India; el lugar lo merece.
Es un lugar único, una antigua ciudad hindú, destruida al final del siglo XVI, en un enclave paradisíaco:

La ciudad era de tal modo grandiosa que sus ojos nunca había visto nada parecido y que no tenía conocimiento de existir en el mundo lugar como este.
Abdur Razzak, siglo XVI

Nuestra llegada fue más que involuntaria, después de salir a hurtadillas del monasterio tibetano en el que estábamos y habíamos ido a recibir enseñanzas del Dalai Lama. Tuvimos que salir para que la policía no nos detuviera por ciertos asuntos de papeles que sólo entienden los pobres hindúes, acostumbrados a una burocracia pasmosa.
Así que carretera y manta, subimos a nuestros coches y pusimos rumbo a Hampi, desconocida, misteriosa y ciudad refugio para nuestro aparente mal karma, ya que salíamos del monasterio, no podíamos asistir a las enseñanzas y la policía podría detenernos.

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Nepal. La tierra de los místicos

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Había estado hace años, de paso a Tíbet, y había vivido imborrables experiencias, pero aún quedaba mucho por descubrir. Estoy de nuevo en Nepal, en Boudanath, en el barrio tibetano de Katmandú, y hoy, 13 de Abril, resulta ser el fin de año Nepalí; entramos en el 2072 según su calendario. Debería ser fácil escribir sobre este viaje, está siendo bonito, intenso, auspicioso. Obviamente recuerdo el viaje anterior de hace 11 años, tan distinto, cuando todo comenzaba: el amanecer en Lumbini dónde Buda nació, Katmandú desierto por las huelgas y los toques de queda, y la paz y armonía del barrio tibetano y de la estupa de Boudanath. Entonces era todo más inocente; ahora hay más tranquilidad en mi alma y más agradecimiento a todo lo que vivimos en este viaje.190 RAFA3Nepal está repleto de lugares sagrados y de gestas mitológicas. Es llamado la tierra de los místicos, pues todos los maestros que fueron a Tíbet, pasaron por aquí, que Padmasambhava se iluminó en una cuevita en Pharping, y el mito cuenta que voló en Jinas al Tíbet a difundir el Budismo. El mismo Buda nació en Lumbini, cerca de la frontera con India; Nagarjuna también en Nepal, recibió el Prajnaparamita, texto fundamental del Budismo Mahayana. Y en el hinduísmo, Valmiki, escribe el Ramayana también en Nepal. Así que esta tierra está repleta de lugares mitológicos, dónde Dioses, Budas, Sabios y Maestros realizaron gestas épicas en tiempos pasados. Muchos maestros propios, del Tíbet o India pasaron, enseñaron y vivieron en Nepal.
Eso sí, Nepal es también un país en desarrollo, con pocas carreteras, mucha gente, muchos coches y pésimo tráfico. No hay tren, pues es imposible hacer una línea férrea entre tanta montaña. Las carreteras son nefastas, serpenteantes por las laderas de las quebradas. Los tiempos de viaje se hacen infinitos, a lo que se suma la impredecibilidad del mismo viaje, pues puedes encontrarte después de una curva un camión parado para comprar verduras a agricultores locales que venden al pie de carretera, o una vaca en medio de la carretera. Me sorprende Katmandú, polvoriento y ruidoso, lleno de coches, motos y camiones, y de gente, y de niños.

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Estambul. La Ciudad

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Tenía una imagen muy distorsionada de lo que es Estambul y Turquía: mi mente estaba repleta de prejuicios, historias, películas, imaginaciones y miedos. Durante años, me negué en varias ocasiones a ir a “ese sitio”. Por fin visitamos Estambul en un viaje de placer, y me maravilló la ciudad, el emplazamiento, la historia y la gente; entendí el cliché hispánico de “la pasión turca” y descubrí una ciudad que es cuna y puente de culturas y comprendí que Estambul ha sido y es una Nueva York de este lado del mundo, con mucho más corazón y solera, desde hace dos mil años. Estambul es “La Ciudad”, con un sentido que se puede aplicar a pocas urbes.
Disfruté mucho en nuestro primer paseo por Sultanahmet –muy turístico, muy bien cuidado, muy bello-, descubriendo las calles empedradas, los interesantes restaurantes, las casas de madera de dos pisos, los vendedores ambulantes de frutas, y bebiendo un zumo de granadas, en un acto de conexión con esa tierra a través del líquido rojo.
Si puedes, debes ir a Estambul, pues lo tiene y lo representa todo: Belleza, Cultura, Comida, casi cualquier cosa que imagines. Y para colmo, los precios son más bajos que en España, y la seguridad es completa. Está cerca, y te reconecta con la historia y con el mundo, ofreciendo casi un viaje iniciático con toda la comodidad del viaje turístico.
Estambul son muchas ciudades en una, barrios que se fueron transformando en ciudades; comentaré someramente sobre la ciudad antigua, Gálata, o el barrio de los extranjeros, al otro lado del Cuerno de Oro y Nisantasi, la actual milla de oro.
Estambul Antiguo
Lo primero es lo primero, y claro, lo central es Santa Sofía y la Mezquita Azul, y en medio, la maravillosa plaza para disfrutar del espectáculo a ambos lados, ambos magníficos.
La plaza es un lugar de disfrute de turcos y turistas, de cultura y religiosidad y está preparada para ello. Sentarse, pasear, mirar, tomar un helado, gozar del atardecer, los gatos y las palomas, te transportan a un estado de bienestar que hace que digas “este es el sitio, claro”. El emperador romano Constantino I sabía lo que hacía cuando fundó el imperio de oriente con capital en lo que entonces llamaban Nueva Roma o Constantinopla.
Santa Sofía, Ayasofya
Pues es bonita, por fuera, y por dentro; y mucho más, es impresionante, para eso la construyeron, para pasmar al personal y pudieran intuir la majestad y belleza de lo divinal; es muy impactante andar, observar, con respeto la que fue “La Iglesia de la Cristiandad”. Imaginar los siglos de rituales y ceremonias y coronaciones de emperadores. Los mosaicos de Jesús y María, son de una gran belleza. Hay una belleza especial en el arte bizantino, que va más allá de palabras.
Pasear con calma, sentarse, leer la guía, observar a turistas, viajeros y peregrinos, bien vale la pena. Y visitarla en una segunda y tercera ocasión, también, pues guarda muchos espacios y belleza. Las calles de atrás que dan a Topkapi, son también un paseo tranquilo e interesante.
Mezquita Azul. Muy bella, construida a semejanza, y mejorando en lo posible a Santa Sofía.
Cisternas Romanas. Me gustó mucho visitar este lugar, que me impresionó en su grandeza, sólo para guardar el agua de la ciudad, y las dos caras de Medusa, esculpidas en roca, con las serpientes por cabellos. Me inquietó algo, y fascinó también, el secreto de Medusa, que te convierte en piedra con su mirada.
Topkapi, lo que fue el palacio del Sultan, ahora se puede visitar, y es un paseo agradable y muy didáctico. Siento decirlo, pero recordaba a cada paso la inigualable belleza de la Alhambra, con la que ni puede comparase. Hay un interesante museo de joyas y trajes otomanos, pero lo que sí tomo completamente mi atención y produjo un fuerte impacto es el museo de reliquias históricas y religiosas, pues ahí donde lo ves, contiene objetos maravillosos, sean verdaderos o no: El bastón de Moisés!, la espada de David, y pelo de la barba de Mahoma!, cubiertas de oro de la Meca, etc. Y lo digo con total respeto y maravilla de lo que allí hay y que bien merece una respetuosa visita.
Tuvimos la experiencia, divertida al recordarla, de tomar un taxi en la plaza de Ayasofía (nunca lo hagas), acordar el precio y luego ser conducidos a nuestro destino. En un momento dado, el taxista cruzó la calle y se puso marcha atrás a toda velocidad, con nosotros en casi estado de shock. Luego, en el pago, un intento de engaño al recibir el conductor el billete y cambiarlo por otro de menor valía, exigiendo más dinero.
Mezquitas e Iglesias
Si puedes, visita la mezquita de Suleimán y la Iglesia de San Salvador en Chora: maravillosa.
Mercados
Esperaba más del Gran Mercado, que es grande, pues toda la ciudad antigua es un gran mercado. Es curiosa la visita. Sin embargo, disfruté mucho Mercado Especias, aunque turístico, tiene un sabor más ancestral y puedes comprar alguna cosa interesante. Y seguir paseando por las mil calles y tiendas de la zona llenas de personas de todos las edades, nacionalidades y credos.
Estambul Moderno
Gálata
El paseo por Gálata es obligado, arriba y abajo, por calles llenas gente y de interesantes tiendas, de anticuarios y regalos. La Torre de Gálata, con su plaza es un punto de interés. Debo reconocer que sucumbí a la tentación de visitar el hotel Pera Palace, dónde Ágata Christie escribió Asesinato en el Oriente Exprés.
Hay en Gálata una orden Sufi que celebra algunas de sus ceremonias en público, es otra de las experiencias necesarias. Me gustó, pues creo que era totalmente serio, alejado de concesiones al turismo, fue bello ver al maestro y los derviches girar y orar como planetas alrededor del Sol, recitando el nombre de Dios en silencio, en sus mentes y sus corazones.
Taksim es la plaza moderna, que corona Gálata, centro neurálgico del Estambul moderno. Las cafeterías, repletas de pasteles turcos o baklavas, son otra parada requerida. Hay algo de místico en los Baklavas, creo que podría decirse que son comida de Dioses.
Nisantasi es el barrio moderno de lujo, dónde ir a ver tiendas, comer o tomar algo. Es más que pijo. Rusos mega ricos, turcos fastuosos, gente joven, guapa y rica pavoneándose como pavos reales, a cada cual más ostentoso que el anterior. Turquía no tiene nada de pacata, es inmensa, cultural y económicamente, puente de culturas, te hace descubrir mundo y ampliar horizontes, una visita obligada de apertura mental y social.
Fue un gusto descubrir Ortakoy, pequeño barrio junto al puente, lleno de vida, y Huqqa, para ver a los ricos de allí.
Casi se me olvidaba, una visita a Estambul, debe incluir una excursión en uno de los muchos barcos que cruzan el Bósforo y descubrir la ciudad de las mil mezquitas desde el mar, que era cómo en tiempos pasados, se llegaba a este lugar tan especial. Estambul es la ciudad del “Agua”, pues está marcada por el mar, que era la vía de comunicación con el mundo.
Turquía
Turquía es un mundo en sí, creo que es un país para vivirlo, Me llaman especialmente la atención la tumba de Rumi en Konya, y Efeso, la ciudad nacimiento de Pablo de Tarso. En otro ámbito, escuche a un amigo que la fuente de la eterna juventud está en Turquía!.
Estambul está impregnada de magia, misterio y belleza, ahora siento que es casi un lugar de peregrinaje, como lo son otras ciudades y lugares sagrados, y que lo debió ser en su día, tanto con el Imperio Romano de Oriente, como con el Imperio Turco posterior.
Espero que estas notas te abran el apetito de visitar Turquía y Estambul, y que lo puedas cumplir, pues será un regalo que te harás a ti mismo y que el Universo gozará contigo en tu experiencia.

COLABORADORES Revista Verdemente